Capítulo I
Un nuevo comienzo
Al norte del sur, en un país llamado Venezuela, en la ciudad conocida como Guayana, es donde empieza la historia que he de contar…
Las cosas pasarán cuando tengan que pasar, así ha pensado siempre Sebastián. Este quinceañero (joven para estar en último de secundaria) llevaba una vida que a grandes rasgos, podía considerarse “normal”. Siempre había sido un chico de personalidad tranquila, muy rara vez entraba en conflictos, y de esas veces, casi todas salió bien librado. Era un chico bastante perezoso pero brillante, de esos que aun cuando duermen en casi todas las clases, sus notas destacan de entre el montón. Su cabello negro, que solía mantener bien corto, parecía acentuar el color pálido de su piel y el oscuro de sus ojos. Sin embargo, su rasgo más distintivo podría decirse que sería su apacible pero determinado caracter; aunque casi nunca subía su voz, pocos se atrevían a llevarle la contraria.
Sebastián nació y creció en Ciudad Guayana, un lugar hermoso, donde la naturaleza armonizaba con la modernidad. Una ciudad cercada por los ríos Orinoco y Caroní, que la atraviesan en varios puntos, hasta encontrar las aguas amarillentas del primero, con las oscurísimas aguas del segundo, sin mezclarse nunca. Ciudad surcada de grandes avenidas, las cuales estaban gentilmente adornadas con túneles de árboles que varias veces al año se florean y bañan las calles con sus pétalos. Ciudad donde a un lado de la autopista podías ver exuberantes bosques, y justo al lado una imponente cortina de agua.
Es en una de las avenidas floridas donde se encuentra Sebastián, sentado en el asiento trasero del carro de su mamá, viendo perdidamente por la ventana, mientras su madre le habla energéticamente sobre algo relacionado con el último año del bachillerato (…las bolas que le estaba parando Sebas…). Doblando por unas esquinas, llegaron a un plantel bastante pequeño, sin mayores lujos, donde Sebas y su ya graduada hermana habían cursado todo su liceo. Se bajó del carro, se despidió de su madre y caminó hacia la entrada…ni había terminado de llegar, cuando lo recibió escandalosamente una de sus amigas más cercanas…
-Sebas!!! Vale si has cambiado! Te dejo de ver 3 meses y te transformas
-jeje, no me veo tan distinto, joe…tú estás más delgada, te ves mejor así… ¿has visto a los demás?
-No…Yo también acabo de llegar, los demás deben estar adentro…
Los amigos siguieron su camino, saludando a otros compañeros y profesores (formalismos del primer día) hasta que vieron, sentados en uno de las mesas de la sala común a sus otros amigos. Estaban en esa mesa la que era la mejor amiga de él, una chica llamada Carlis, otra que también era bastante íntima del grupo, llamada Glenda, el amigo de la infancia de Sebastián, llamado Alejandro, y otro amigo de nombre Álvaro. La llegada de Sebastián y Joerla completaba el grupo (que obviamente no era muy grande; Sebastián no era de muchos amigos…”prefiero unos pocos honestos que un montón de falsos”).
La ceremonia de bienvenida al nuevo año escolar dio inicio, y los estudiantes de todos los años se organizaron por secciones. En este momento, fue cuando Sebastián notó una cara nueva en la fila de su sección…Un chico nuevo, algo más alto que el, de cabello castaño, piel blanca, ojos oscuros y contextura media…
Luego de la ceremonia habitual de todos los años (charlas de los profesores, algunas canciones por parte de los más artísticos del colegio, y distintas palabras motivacionales) los estudiantes fueron a sus respectivas aulas. Sin embargo, esto era por puro formalismo, ya que siempre el primer día de clases se dedicaba casi completamente a una especie de reencuentro entre los alumnos, ya q rara vez los profesores tenían algo programado (excepto el de matemáticas...ese huevón era el único que mandaba actividades el primer día).
Durante todo el día, el chico nuevo fue la comidilla popular, en especial por las mil especulaciones que habían en torno a su llegada ¿quién se cambia de plantel en el último año y por qué? Sin embargo, la actitud de este hacia la expectante multitud era completamente indiferente. Sebastián y compañía, a diferencia del resto, no le prestó mayor atención al chico nuevo.
Quizás fue la indiferencia, o la falta de emotividad con respecto a él lo que hiso que el chico nuevo se animara a acercarse a ellos (eso nunca lo sabré)…El chico nuevo se levantó de su asiento en la parte de atrás del salón y tomo un puesto vacío junto al grupo de Sebastián. Sebas notó su presencia, y por cuestión de cortesía, le tendió la mano.
-Hola! Me llamo Sebastián-dijo en su tono amable-tú… ¿Cómo te llamas?.
-Mi nombre es Benjamín…mucho gusto-dijo estrechando la mano de Sebastián-No sé si puedo sentarme aquí…pero…todos los demás me ven extraño.
-Tranquilo!-Saltó Glenda-no mordemos jaja.
-Oye, Ben, ¿qué tal si nos hablas un poco de ti?-dijo Joerla
- ¿Qué quieren saber?
-Pues…¿lo básico?
-Bueno…Tengo casi 17 años, los cumpliré en un par de meses, y…
-¿Por qué te cambiaste de colegio en último año?-lo interrumpió Glenda-perdona, pero…es que me da curiosidad.
-Bueno…es que soy nuevo en la ciudad. Vengo de Caracas, y por problemas que hubo, me tuve que venir a vivir con mi abuela para acá.
-¿Y se puede saber qué problema fue…
-GLENDA!-la interrumpió Carlis-No seas salida. El chamo acaba de llegar y vienes tú con la indiscreción. Disculpa Benjamín, esta niña no se controla.
- Jeje, no vale, tranquila…
-Bueno…sigamos en lo que estábamos-propuso Alejandro casi indiferente ante la llegada de Benjamín-Sebastián, ¿qué era lo que estabas diciendo?
-Bueno…los estaba invitando a ustedes a pasar un día en el club-respondió con animosidad-Nos dieron pases, y pues, pensé que querrían ir.
-SI!-respondieron todos los del grupo al mismo tiempo
-Vaya, ni se lo pensaron, ¿eh?-se rió Sebastián-Benjamín, ¿te gustaría ir?
-No sé de lo que están hablando…
-Pues…en la ciudad hay unos buenos clubes…tienen las mejores piscinas de la ciudad, excelentes restaurants, y en sí, son lugares muy bonitos-Le explicaba Sebastián- Mi familia es miembro de uno de esos clubes, y pues, como pasé todas las vacaciones fuera del estado, no vi a mis amistades, podríamos ir todos.
-Apenas me están conociendo, no se…
-Tómalo como una bienvenida a la ciudad-Le dijo Glenda animosamente.
-Está bien-Dijo Ben con una sonrisa tímida en la cara.
-Ok! Cuadramos más tarde entonces-dijo Sebastián-Ben, toma mi número…
El resto del día fue bastante común: bromas con los amigos, conocer a los nuevos profesores del curso…etc. Durante el día, Ben parecía haberse sentido cómodo con el grupo de amistades de Sebas, aun cuando entre Carlis y Sebastián tenían que ponerle parados a la curiosidad algo acosadora de Glenda y joerla.
Más tarde, ya casi a media noche, Sebastián se había puesto cómodo en su cama, y tenía planeado ver televisión un rato, y dormirse. Su celular vibró por la llegada de un mensaje que él no estaba esperando…(normalmente todos sus amigos se duermen muy temprano, siendo él el único que se quedaba despierto a esas horas). Era Benjamín.
“-hola! Sigues despierto?”
“-hola, pues si, jeje, normalmente me quedo hasta estas horas”
“-haha, q fino… pensé que ibas a estar dormido hace rato”
“-no que vá. Oye, y que tal tu primer día en el colegio?”
“-Bien, aunque tus amigas son algo…jeje, la más tranquilita es Carlis”
“-jaja créeme que lo sé. Carlis y yo nos la pasamos tras de ellas para q no metan la pata. Menos mal que Álvaro y Alejandro no nos dan tanta lata.”
…
La conversación por mensajes se extendió un rato, hasta que a Sebastián le dio sueño, se despidió y se durmió.
En los días siguientes, las clases empezaron como era debido. Las tareas y trabajos no se hicieron esperar. El ritmo iba tornándose como normalmente lo era. Sin embargo, de la misma manera como el trabajo no se tardó en aparecer, hubo otro factor que no se tardó en aparecer…
-Muy bien, Benjamín- Le felicitaba la profesora de matemáticas.
-Gracias…
Benjamín resultó ser un estudiante bastante bueno…las pocas veces que estaba despierto. Tenía eso en común con Sebastián…Por otra parte, las conversaciones nocturnas se volvían más frecuentes…
“-Oye Ben, me impresionas bastante”
“-ah sí? Y eso??”
“-Pues, generalmente soy el único que anda dando respuestas, y generalmente los que tienen buenas respuestas, son diferentes a ti”
“-diferentes?? Cómo??
“-más tipo…Alejandro o Álvaro jaja”
“-QUE CRUEL! HAHA, pero tú también tienes las respuestas, y no eres así”
“- jeje, gracias?? Oye, y supongo que habrá más cosas sobre ti…la forma en la que hablas, y en la que escribes incluso por estos mensajes…a que eres buen lector, o me equivoco?
“-Jaja, si si, en realidad me gusta leer”
“-jeje, a ver cuáles libros te gustan?”
…
Sebastián y Benjamín hablaban por horas durante las noches, a veces de cosas del colegio, pero la mayoría del tiempo era de cosas sin importancia alguna. Tenían buena conexión, Sebas podía hablar con el de temas que a los demás no les llamaba nada la atención…
“-ahmm…oye Ben, sabes sobre el espiritismo y esas cosas??”
“-La verdad sí! Jaja, pero, no lo suelo comentar porque la gente se asusta de esas cosas”
“-Hahaha, a mí se me quedan viendo raro, y por acá la gente suele ser muy cerrada”
“-Y que tanto sabes del tema?”
“-Pueees, no sé exactamente cuánto jeje, creo que estoy algo informado, he leído unas cuantas cosas sobre espiritus, las teorías del maná que alimenta el alma…etc”
“Igual yo que fino…”
…
Capitulo II
Into the night
Pasó un mes casi completo, hasta que al fin tuvieron un fin de semana relajado de cosas del colegio. Justo ahí fue cuando al fin se pudieron concretar los planes que tenían desde el principio de visitar el club del que la familia de Sebastián era miembro. Todos habían dado el visto bueno. Quedaron en verse el sábado, en la entrada del club, a las 10 de la mañana. Sin embargo…ya cuando Sebas estaba esperándolos en el lugar…
“Carlis:
-Sebaaas perdona, mi abuela le dio la bipolaridad y no me dejó ir…y eso que anoche mismo me dijo que si podía, perdona ”
“Joerla:
-Yo tampoco puedo ir u.u”
“Glenda: off line”
“Alejandro:
-Pana, mis hermanitas se enfermaron”
“Alvaro:
-chamo no voy, el carro se dañó”
*-Cuerda de…provoca matarlos a todos -_-*
“Benjamin:
-Voy llegando, desde acá veo la entrada y te veo parado”
Sebastián, que ya estaba por tomar un taxi a su casa y decirle a Benjamín que no viniera, se vio sorprendido por el hecho de que este ya estaba llegando…ni modo, él ya estaba ahí, Benjamín ya estaba llegando…no se iba a amargar el día, si no que prefirió pasarlo con un nuevo amigo.
Benjamín llegó en menos de un minuto…
-Epale Ben!-Saludó Sebastián- Eres el único que va a venir..
-Y eso??
-Pues mira…-le dio a ver los mensajes en su teléfono- como ves, los demás cancelaron hace menos de 10 mins.
-ah oks, bueeeno, no importa en realidad.
-jeje, igual, ya estamos acá, y podemos pasar un buen día. Lets GO jaja.
Los chicos entraron juntos al lugar. Ben estaba impresionado con las cosas que estaba viendo. Era un lugar con grandes instalaciones, que no escatimaban en lujo y detalles. Las áreas verdes se veían rigurosamente cuidadas; cada flor, cada metro de grama, cada árbol, cada senda de arbustos estaba perfectamente cuidado. Se fueron a cambiar, y lo siguiente fue un chapuzón en una de las piscinas. Ambos resultaron ser buenos nadadores, y el instinto competitivo no se hiso esperar. Idas y vueltas en la piscina olímpica dejó a los chicos jadeantes y tirados a un lado de la piscina. Recuperaron el aliento, se secaron un poco, y pidieron el almuerzo.
-Jeje, estás lleno de sorpresas Ben, no sabía q también fueras buen nadador.
-Tú igual, no te ves muy deportista, pensé que te iba a ganar fácil.
-haha, ¿cómo que no me veo deportista? ¿Dices que me veo gordo?
-No vale! No es eso!
-hahaha, solo estoy jodiendo, gafo!
-ahaa, vale pues, tampoco te ves como del tipo sarcástico! Tu engañas con esa cara.
-Ahora dices que tengo cara de bobo…weon, ¡¿qué te pasa?!jajaja
-jajaja no valee, para nada! No te estoy diciendo eso…solo que tienes cara de bueno!!
Los chicos almorzaron en ese lugar, hablaron durante horas. Pidieron algo de tomar y luego fueron a recorrer el lugar. Jugaron varios partidos en las canchas de tenis (ninguno era muy bueno en realidad) y luego fueron a la barra del lugar, donde pidieron varias rondas de tragos y se pusieron a hablar durante horas…al salir del bar, ya era de noche, y la presentación del club era completamente diferente…era una noche sin nubes, con una luna brillante, cada arbusto y árbol del lugar estaba envuelto en luces blancas.
-wo…¿siempre es asi este lugar?-preguntó Benjamín
-jeje, si, de noche este lugar es siempre prenden las luces…me encanta.
-es un lugar muy hermoso en verdad…
-Ven, te mostraré mi lugar favorito de este lugar.
Caminaron hasta la parte más baja del club, y llegaron a una churuata, tras de esta, había una cinta amarilla de esas que dice “no pase”…
-tranquilo, en esta parte, a esta hora nunca hay vigilancia de ningún tipo…y no es peligroso, de hecho, de día si está abierto…vamos…
Tras la cinta, lo que había eran las escaleras que bajaban hasta un muelle de madera…bajaron, y se sentaron al borde de este, con los pies en el agua oscura…
-vaya que es un excelente lugar…ya veo por qué te gusta tanto.
-hehe, si…
…silencio…
-oye Seba, los demás no vinieron y tal, pero…igual la pasamos muy bien, ¿no crees?
-si…fue un buen día, y sirvió para conocerte un poco mejor. Tenemos mucho en común en realidad…es extraño, no crees?
-¿por qué extraño?
-pues… podemos hablar de cosas extrañas que al resto ni le gustan, por mucho tiempo…y aún así, no nos aburrimos…
…silencio…
Los chicos vieron el reflejo de la luna en el agua por un tiempo más.
Y fue un momento de palabras congeladas…
Capitulo III
Abriendo los ojos
(Nunca volverá a dormir tranquilo quien ya ha abierto los ojos)
La amistad que había entre Sebastián y Benjamín se había vuelto bastante fuerte. Las largas conversaciones, los temas en común y la simple compatibilidad de sus personalidades fueron la combinación perfecta para esto.
Benjamín era una persona con un pasado turbio, rara vez dejaba que el tema surgiera en las conversaciones, y cuando por alguna razón el tema aparecía, él lo evitaba de una manera u otra. Sin embargo, tanto como para Ben como para Sebas, era la primera vez que eran capaces de tener esa conexión tan harmónica con alguien más; era perfecta, como si hubiese estado destinada a ser…
El día que compartieron en la piscina, donde Ben pudo conocer las facetas de la personalidad de Sebas fue decisivo para él; a través de esto, Sebs ganó su confianza. Hacía mucho que Benjamín no disfrutaba de la simple compañía de alguien y mucho menos que empezaba a confiar en una persona.
Conforme pasaban las semanas, Benjamín empezaba a cocinar una idea para hacer la prueba definitiva de la confianza de Sebastián…
“es un chico de mente abierta”-Pensaba para sí mismo-“tal vez…por fin haya encontrado a la persona correcta”
Cada vez que Ben se proponía a sacar su teléfono, y empezaba a escribirle a Sebas que tenía algo que contarle, terminaba borrando el texto y mandando nada…después de todo, lo q iba a decirle no era nada sencillo de asimilar.
Cierto día, Benjamín faltó a clases (algo hasta ahora nunca antes visto), y como era de esperarse en la noche Sebastián le mando un texto preguntándole por qué no había ido, o si le había pasado algo, a lo que Benjamín se limitó a responder “tenía asuntos que atender…”sin embargo, pasó una semana completa antes de que supiera otra vez de él. A la semana siguiente cuando por fin apareció, Ben fue con una pinta terrible al liceo. Se veía desgastado, como si no hubiese dormido en días, y se veía algo pálido…si bien estuvo actuando “normal”, cumpliendo sus asignaciones y poniéndose al día con las cosas, su rostro tenía una expresión lánguida con una normalidad bien fingida…
Más tarde, esa noche, Sebastián decidió reanudar sus conversaciones por textos…
-“Hola! ¿estás despierto?”
-“Si, qué pasó?”
-“Es que…quería saber, ¿estás enfermo o algo? ¿o lo estuviste esta semana que pasó?
-“no realmente…¿por qué lo dices?
-“perdona que te lo diga…pero tienes una facha terrible, quizás a los demás los engañes, pero a mí no…entonces… ¿te pasó algo?”
-“no realmente…tranquilo, no me pasa nada”
-“…Bien…como digas. De todas maneras, si necesitas hablar de algo…sabes que puedes contar con migo.”
“sabes que puedes contar con migo”
Benjamín leyó estas palabras…palabras que hace rato que no escuchaba…tomó aire, y le escribió una respuesta…
-“bueno…la verdad, quisiera contarte unas cosas…pero no puede ser en el colegio, mañana después de clases, nos podemos ver en el parque llovizna?”
-“claro, no hay problema”
Era hora de poner a prueba si las palabras de Seba eran honestas…
Al día siguiente, Benjamín se sentó en la parte de atrás del salón, y no adelante, cerca de Sebastián, como acostumbraba. Sebastián advirtió el extraño comportamiento de su amigo, pero decidió no atosigarle, en especial porque ya habían acordado verse luego de clases…”todo pasa cuando tenga que pasar”
Luego de clases, Sebas no alcanzó ni a ver en el momento en el que Benjamín se fue, sin embargo, este le había dejado un mensaje en el teléfono: “te estaré esperando donde acordamos”. Tomó un taxi, y fue al parque…Al bajar, en la entrada de este boscoso lugar, estaba Ben, haciéndole señas para que le siguiera.
El parque en cuestión, es un área intrincada de la ciudad, surcada por una enorme cantidad de ríos y riachuelos, sobre los cuales hay una serie de puentes hechos de rocas sucesivas sobre las que hay que brincar para cruzarlos…Los bosques llegan a ser muy tupidos, y los senderos forman laberintos en los que si no tienes cuidado de observar por donde vas, podrías perderte.
Caminaron juntos por unas veredas, cruzaron a brincos varios ríos, y se adentraron más en el bosque…La curiosidad de Seba seguía aumentando con cada paso que daban… ¿qué podía ser tan grave que Ben se estuviera esforzando tanto para ocultarlo? En cierto momento, llegaron a un claro, rodeado por maleza y muchos árboles y sin más camino a donde irse, en ese lugar, Ben hiso señas para que se le acercara.
-Bien…Ya estamos solos-Dijo Sebastián-Dices que tienes algo que decirme...
-Bueno…dijiste que podía contar con tigo…-empezó a explicarle Benjamín-Y creo que has sido una muy buena persona…te mereces respuestas…-respiró hondo-hay razones por las que evito hablar de mi pasado…y espero que seas de mente abierta para escucharme.
Sebastián le sonrió, le puso una mano en el hombro, y le dijo en tono tranquilo-No te preocupes…Te estoy escuchando.
-La verdad…llegué a esta ciudad porque me tuve que mudar…mi padre se murió en un accidente y quise alejarme de ciertas cosas por un tiempo.
-wow! Que mal…
-Eso no es todo-continuó Ben-Lo que me obligó a mudarme para acá es algo de lo que al parecer no puedo escapar…me siguió desde Caracas hasta acá, y por eso es que la semana pasada no pude asistir a clases…he estado peleando contra eso estos días, y por eso mi fatiga…
-Pero…explícame…de que estás hablando en específico?
-Pues verás…-Ben respiró profundo, intentando infructuosamente de que su voz no se quebrara de los nervios-varias veces a lo largo de mi vida me ha tocado mudarme de lugar por causas relacionadas a lo que te voy a contar. Mi vida completa ha girado en torno a este tema, y cada vez que se lo intentaba comentar a alguien, las personas se espantaban, y me tocaba desaparecer de sus vida…esto no es nada sencillo, y la verdad no te culparía si te espantas…pero, algo me dice que puedo confiar en ti… -Benjamín sacó un libro que Sebastián nunca había visto antes en sus manos, pero que pudo reconocer a simple vista…-A ti te gustan estos temas…así que estoy seguro de que sabes lo que es esto…
-Es un grimorio…
-Exactamente…-Benjamín abrió el libro, cerró los ojos, y una brisa suave se arremolinó a su alrededor…-La magia existe Sebastián…está oculta en el mundo, pero es tan real como el aire…-Sebastián estaba completamente anonadado con lo que estaba viendo…Con solo un toque en ese libro, Benjamín parecía capaz de manipular el aire a su alrededor.
-Debes estarme jugando una broma…es genial…pero… ¿cómo lo estás haciendo? ¿tienes ventiladores en el bolso?
-No Sebastián…No es ninguna broma-Aclaró Ben-Te estoy hablando con la verdad…ven…
Sebastián estuvo reacio a acercarse a él en un primer momento…pero luego pensó por unos momentos, y su intuición le dijo que Ben no tenía ninguna mala intención…Tomó sus manos, y sintió como una brisa suave se arremolinaba…por unos segundos, varias hojas que habían tiradas en el suelo empezaron a girar alrededor de ellos…
-Wow…-Sebastián estaba cada segundo más impresionado…su cara había perdido todo el color, incluso sus labios estaban casi blancos…su cuerpo, frío cual cadáver, estaba todo tembloroso…pero no de miedo…era algo más…
-Mis padres, ambos eran hechiceros-explicaba Ben-Pero, mi mamá se murió hace mucho, cuando yo tenía como 1 año… mi papá lo fue todo para mí…me enseñó la magia desde pequeño…crecí practicándola desde que tengo memoria…pero como podrás imaginar, mantener secretos no es fácil para un niño pequeño…muchas veces tuve accidentes relacionados con materia mágica en el colegio…y tocaba borrar memorias, y desaparecernos de esas localidades…con el tiempo, aprendí que mi papá era el único en quien podía confiar…era mi único amigo…
-Y…¿cómo fue que murió?
-Hubo un incidente…-Dijo Ben con tristeza muy marcada en su voz- Los hechiceros nos ocupamos de muchas cosas…una de ellas es casería de espíritus. Solíamos hacerlo juntos, no era ningún problema, pero…hace unos meses, un espíritu especialmente maligno entró a la capital…el espíritu era mucho más fuerte que cualquiera que hubiésemos enfrentado antes. Estábamos a punto de sellarlo, gracias al poder de mi papá…pero no sabíamos lo que esa cosa podía hacer…me tomó desprevenido y estaba por matarme…pero mi papá recibió el golpe por mi…frente a mí, él había sido atravesado por uno de los filosos brazos de esa cosa…murió al instante, y el espíritu escapó…-suspiro- Cuando murió mi papá, me sentía terriblemente culpable, y además sentí una sensación de inmensa soledad…una soledad profunda que no había sentido nunca antes en mi vida. Pero eso no fue todo…el espíritu que mató a mi papá al parecer es de los que persiguen…mientras estuve en la capital, me lo encontraba muy seguido, pero yo sólo, si bien podía defenderme, no podía sellarlo por completo, así que decidí irme lejos…donde esa cosa no me pudiera encontrar, y así fue como llegué a esta ciudad…y por cosas del destino, elegí estudiar en ese colegio, donde te conocí a ti…Estando con tigo fue la primera vez en meses que no me sentí sólo…Y has sido la primera persona en mi vida en la que siento que puedo confiar plenamente…por eso te digo estas cosas…por eso te revelo la verdad de quien soy…
-…
…Hubo silencio…
Sebastián se tumbó en una piedra que había cerca…todo lo que le estaba diciendo…la existencia de la magia…espíritus asesinos…era demasiado…Cuando intentaba emitir alguna palabra, su garganta se congelaba…No podía controlar ese temblor que recorría su cuerpo…
-Así que… ¿tú también me rechazarás por esto?...
-N….o…-Intentaba responder Sebastián con una voz extremadamente entrecortada-Es….pe…r..Es…per….a..
…pasaron los minutos…
Sebastián aún estaba tirado en la roca…con la mirada perdida entre los árboles…ya no temblaba…el color había regresado a su cara…pero el único sonido que emitía era el de su respiración…
-Quizás lo mejor sea que te haga pensar que todo fue un sueño…y que te olvides de todo esto, y de mí…
-Aguarda!-Respondió Sebastián apresurado- Ben…esto que me estás diciendo no es nada fácil de asimilar…es cambiar la percepción que uno tiende de su realidad…de su mundo…pero…si aparto de mi mente el contenido mágico de lo que me acabas de decir, lo que queda es una persona poniéndose vulnerable…exponiendo sus emociones…y…creo que lo que necesitas-dijo poniéndose en pié- es esto…
Sebastián le dio un fuerte abrazo…Ben quedó petrificado por un momento…
-Te dije que podías contar con migo-Dijo Sebas, recuperando ya su tono de tranquilidad- Y ahora más que nunca…
-Gracias…-respondió Ben con la voz quebrada.
Los chicos se sentaron espalda con espalda sobre la roca…Sebastián entonces empezó a hacerle preguntas…
-¿Cómo funciona? ¿Tienes que tener el grimorio a mano?
-No realmente, pero no me sé los hechizos de memoria, y acá están anotados…
-Genial…y, ¿puedes hacer magia como las de Harry Potter o como es más o menos?
-Bueno…verás…Cualquier persona capaz de leer, y con un alma que habite su cuerpo puede hacer magia…podemos hacer magia que tenga que ver con los elementos, en teoría podríamos hacer magia de cualquier elemento, pero nacemos con afinidades que dependen de tu signo…en mi caso, soy de signo Libra, mi elemento es el aire, puedo hacer magia que corresponda con el aire, y por otro lado, está algo más complejo, que es la magia pura…son conjuros, con funciones específicos y siempre son complicadísimos; siempre es necesario tenerlos anotados en un grimorio.
-Oye…-tragó saliva-¿Será que me podrías enseñar?
-¿De verdad estás dispuesto a aprender? No es algo que aprendes a hacer y ya…es un cambio en el estilo de vida…
-Y que tal es la vida de un hechicero?
-Es…solitaria…siempre con este secreto a rastras…pero, también puede llegar a ser muy hermosa…la conexión que desarrollas con tu elemento…es como ampliar tus sentidos…y ves el mundo con los ojos del alma.
-Wo… ¿Si podrías enseñarme entonces?
-¿Qué signo eres?
-Piscis
-Entonces sí…no te podría enseñar si no tuviera un grimorio correspondiente…pero mi papá era de signo escorpio, su grimorio era del elemento agua.
-Genial! Pero…imagino que no basta con leer esos libros, ¿verdad?
-No, pero, la manera de empezar a hacerla no es nada complicada en realidad…Tienes que hacer un contrato con uno de los cuatro espíritus que representan a los elementos…los conocen en distintas partes del mundo con muchísimos nombres. Por ejemplo, mi espíritu guardián se llama Sylph, pero, en muchas culturas indígenas abundan relatos de bestias emplumadas y de colores que movían los vientos, y en Japón les dicen Tengu…el otro ejemplo que conozco es el del espíritu que conocerás, la del agua, se llama Ondina, pero su representación más famosa en Esta parte del mundo es María Lionza.
-¿¿contrato?? ¿Qué tengo que ofrecerle?
-Te dije que era un cambio en el estilo de vida…Debes cuidar de tu elemento, pero…créeme, que con la conexión que desarrollas con la naturaleza, se hace más sencillo de lo que suena.
-Bien…¿¿y cuando puedo hacer el contrato??
-Si quieres…podemos hacerlo ahora…ahí atrás de ese árbol pasa un riachuelo…lo que se necesita es una fuente de agua limpia para llamar al espíritu, y los riachuelos de aca…son bastante puros…Pero…¿¿estás seguro?? Una vez hecho el conjuro, no puede deshacerse…
-Yo pienso que está bien, no me subestimes Benjamín, si es cierto que hubo una impresión inicial muy fuerte…pero…era de esperarse, ¿no crees?
-bueno si…-soltó una risa- ok, déjame preparar las cosas, si quieres ven a ver como lo hago.-añadió animado
Los chicos fueron hasta un riachuelo poco profundo que había cerca...Benjamín dibujó un símbolo con su dedo en el agua…extrañamente, por donde pasaba su dedo, el agua tomaba la forma, tal cual como si dibujara formas en el barro…Al terminar, Sebas pudo ver cómo había un pentagrama dibujado en la superficie del agua, Bejamín susurró unas palabras en voz baja, tocó el centro de la estrella, y las líneas transparentes dibujadas en el agua, emitieron un destello blanco…
-Ahora ven…Yo soy del elemento aire, no puedo llamar al espíritu…tienes que hacerlo tú-le dijo Ben a Sebas.
-¡WTF?! ¿Cómo voy a hacer eso?
-Toca el centro…y el espíritu se te va a aparecer. Luego…hay que ver qué pasa.
-¡¿Hay que ver qué pasa?!
-Tranquilo vale, que esos espíritus no matan a nadie. Pero nunca he visto en persona a Ondina.
-Bien…aquí voy.
Sebastián tocó el dibujo en el agua…hubo otro pequeño destello blanco…
Los sonidos de la naturaleza se acallaron…ya no se escuchaban las aves, ni las hojas de los árboles, ni siquiera el sonido del viento…lo único que seguía emitiendo sonido era el riachuelo y las cascadas que sonaban a lo lejos…De aquel pequeño y cristalino riachuelo empezó a salir una hermosísima mujer, de piel morena, ojos verdes, cabello negro y largo que se movía como si estuviese bajo el agua, y con el cuerpo adornado con conchas marinas.
-Mortal…-decía el espíritu con una voz que al mismo tiempo parecían mil voces-has de entender que el agua es parte de un todo, donde debe estar en equilibrio con el resto. El agua está en todas partes…es la sangre que le da vida al planeta…tu cuerpo es agua, las plantas son agua, bajo tierra circula agua, incluso en el aire que respiras hay agua. Estar conectado con el agua, es estar conectado con la vida misma que fluye por todo lo que respira, incluyendo al planeta mismo. Ahora…pasarás a ser parte de ese todo…
El espíritu le extendió su mano a Sebastián, él la tomó y de inmediato sintió una sensación helada que comenzó en su mano y atrapó todo su cuerpo en pocos segundos…el frío era intenso, pero no se podía mover…pero…solo duró un par de segundos…el frío fue reemplazado por una agradable sensación fresca…La mujer se sumergió de nuevo en el agua, y desapareció…
-¡Wow! Ondina era hermosa-Exclamó Ben-¿Cómo te sientes?
-Pues, es extraño en realidad-Respondió Sebas-Es como estar metido en agua fresca…es una sensación bastante agradable, ¿es permanente?
-Sí, por lo que veo, cada elemento tiene su característica-añadió Ben-Yo hice mi contrato cuando estaba muy pequeño, tenía unos 6 años. Recuerdo que antes del contrato, mi cuerpo se sentía muy pesado.
-Bueno…yo siento una temperatura muy agradable de frescura.
-Pues, desde que te conozco siempre has sido medio fresco-Se rió Ben- Bueno, ¿qué tal si estrenas tu magia?
-No se ningún hechizo…
-No es necesario…solo trata de mover un poco el agua. tocala y…no sé, ¿conéctate con ella?
Sebastián pensó en ese momento en las palabras de Ondina… “ser parte de ese todo”…Hundió sus manos en el agua, cerró sus ojos, y pasó algo extraño…aun cuando tenía los ojos cerrados, cuando su mano entró en contacto con el agua, podía visualizar todo el recorrido del riachuelo…sin embargo, no era tan simple como solo verlo…podía de alguna manera, sentirlo; era consiente de cada pez, de cada alga, y de cada bloqueo en el camino…era tal cual como había dicho Ondina, era parte de algo mucho más grande….se sentía, de alguna forma, conectado con ese algo…abrió los ojos, y decidió hacer que ese algo de lo que él era parte, y que era parte de él se moviera…empezó a mover los brazos sacándolos del agua, pero el agua seguía todos sus movimientos…con la otra mano tomo toda el agua que había sacado, y esta se compactó en una sola burbuja del tamaño de un balón que flotaba sobre sus manos…completamente quieta, que hasta parecía una bola de cristal en el aire. La hiso caer en el agua, y esta volvió a su estado natural…
-Genial…-Dijo Sebastián impresionado-es toda una experiencia esto de la conexión con la naturaleza…ver las cosas de esa manera…wow…
-Y eso que tú estás conectado con el agua-Dijo benjamín- Imagina estár conectado con el aire…-risas.
-¿También puedes ver las cosas así?
-Sí…cuando respiro profundo y me concentro un poco, pasa eso de la visión elemental. El aire es un poco caótico en ese aspecto, y siempre se ve un poco borroso, pero, ha sido muy útil a veces…
-Lo imagino-Dijo Sebastián con su risa de mal pensado- Y cuando ¿empezaríamos las lecciones?
-Podemos hacerlas luego de clases…siempre salimos temprano de todas maneras.
-¡OK! !Ya espero que llegue la hora!
Capitulo IV
Magia: la fuente de toda vida.
Ya entrada la noche Sebastián vio sus programas habituales y apagó el televisor dispuesto a dormir…pero no pudo, no tenía ni la más pequeña gota de cansancio. El reloj marcaba las 2am y todavía nada, se sentía tan despierto como si fuera pleno día. Pasó toda la noche dando vueltas hasta que el chirriante sonido del despertador lo hiso darse cuenta de la hora: eran las 5:30 am, y ya era hora de levantarse para ir al colegio.
La conexión con la naturaleza hacía que las cosas fueran algo extrañas. Cosas sencillas como tomar un vaso de agua, cepillarse los dientes, e incluso ducharse se sentían completamente diferentes. El contacto con el agua era revitalizante…y no de la forma en la que lo dicen los comerciales de jabones, si no que realmente parecían darle más energía.
Llegando al colegio, vio que Benjamín estaba sentado cerca de la entrada. Lo primero que hiso fue saludarlo, Ben le contestó con una sonrisa y le hiso una seña de que en el bolso había algo para él.
No tuvieron tiempo de saludar a todos los del grupo antes de que sonara el timbre y tuvieran que hacer fila para ir a clases. Mientras subían las escaleras, Ben le dio un tirón a Sebastián, y se escabulleron del resto. Lograron pasar las puertas ya que Sebas era uno de los estudiantes privilegiados: simplemente dijeron que tenían que ir a sacar unas copias.
Benjamín vivía a unas pocas cuadras del colegio. Llegaron en pocos minutos. La casa estaba en solitario; solo estaban ellos dos. Era una casa bastante amplia, decorada con muchos muebles de madera, repisas, e incluso una vinera.
-Bienvenido a mi humilde morada-Decía Ben en tono de chiste-Disculpa la decoración, pero los gustos de mi abuela son bastante rústicos.
-No se ve mal.-Dijo Sebastián con una sonrisa en el rostro
Ben puso las cosas de ambos en el mueble, pero de su bolso sacó un libro bastante grueso, con tapa de cuero gris oscuro, y una luna dibujada en la tapa…
-Esto era lo que quería darte-Dijo Ben mientras le entregaba el libro.-Este era el Grimorio de mi papá.
-wo…muchas gracias
-Mi papá era un buen mago del agua, y todo lo que sabía lo aprendió de ese libro. Pero, aprender por sí solo es muy difícil…te enseñaré a usar la magia de forma correcta.
-Bien!-exclamó Sebastián con ánimo- ¿Cuándo empezamos?
-Pues ya. Ponte cómodo, que esto será largo…-Ben se sentó en el piso, y le hiso señas a Sebas para que se sentara cerca de él- Pues, ya te dije que los hechiceros nos encargamos de cazar espíritus. ¿Lo recuerdas verdad?
-Claro, lo mencionaste cuando me dijiste lo de tu papá.
-Pues, todo esto tiene un trasfondo. Los hechiceros nos encargamos de mantener el balance de la naturaleza. El balance es el estado natural entre el mundo de los espiritual y lo físico, pero, siempre aparecen espíritus que desequilibran esto. Por eso es que pasan cosas como inundaciones, tornados, incendios fuera de proporción, terremotos, y todo tipo de desastre natural que se te pueda ocurrir. Pero eso no es todo. Desastres a nivel social también tienen mucho que ver con todo esto. Los espíritus pueden influenciar las mentes de las personas…un ejemplo perfecto para esto es Hitler; sus acciones eran influenciadas por espíritus oscuros. Luchando con estos espíritus hay muchos otros entes que intentan mantener el balance, pero los cuatro principales son Salamandra, el espíritu del fuego, Ondina, el espíritu del agua, Sifilde o sylph, como le dicen en inglés, es el espíritu del viento, y por último, Gnomo, el de la tierra. Los cuatro espíritus son la personificación del elemento en cuestión…por ejemplo, Ondina no es un simple espíritu, sino que es el alma misma del agua. Sin embargo, ellos por si solos no son suficientes para luchar contra todos los que intentan el desequilibrio, por esa razón existimos los hechiceros. Al hacer el contrato, nos volvemos una extensión del poder de la naturaleza, pero no simples usuarios, sino parte de él. Dime…¿cómo pasaste la noche?
-Bueno…fue una noche extraña-dijo Sebastián extrañado por la pregunta-No pude dormir nada, pero, no tuve sueño en ningún momento, y de hecho, sigo sin cansancio.
-Es de esperarse-Respondió Ben-Hiciste un contrato con el elemento agua, y ganaste acceso a la energía más pura que existe en el mundo, la magia.
-Explícate…¿cómo es que ser mago me impidió dormir?
-El cuerpo está hecho de la conjunción de los elementos, pero si no tiene energía, es solo un revoltillo de cosas. Sin embargo, los seres vivos pasan muchísimo tiempo moviéndose, realizando todo tipo de actividades, pero la energía de la vida nunca se acaba. Esta energía es lo que los religiosos llaman Alma, y el alma es lo que alimenta nuestra magia. Y al volverte hechizero, tu cuerpo ahora tiene acceso total a la energía de tu alma. En este momento eres como una batería con la carga completa… No es que no vayas a poder dormir nunca más, si no que debes agotar la energía al menos un poco para que tu cuerpo necesite descansar.
-Bien, ¿y cómo lo logro?
-Haciendo hechizos, y eso empezaremos a hacer ahora.
Benjamín guió a Sebastián a la parte de atrás de su casa, donde había un patio no tan grande, con varias plantas, y una bañera tipo jacuzzi. Sebastián empezó a leer el libro que le había dado, y notó que cada página tenía un hechizo diferente.
-El primero es básicamente lo mismo que en mi libro. Y aprender a hacer el primero significa saber cómo funciona la magia-Sebastián miró la primera hoja de ese enorme libro, y esta decía en la parte de arriba “Látigo de agua”-El movimiento es sencillo, tienes que acumular agua en tu mano, mientras piensas en el proceso que describe el libro en la parte de abajo. En este es sencillo.
“Látigo de agua”
“Visualizar la forma en la que el agua fluye desde su mano hasta la punta del látigo, y aplicarle toda la fuerza que se pueda. Si se pierde la concentración por un momento, el látigo se va a deshacer. Se recomienda una mente en calma pero enfocada para incrementar la posibilidad de éxito”
-¿Y de dónde sacaré el agua?
-Ondina te lo dijo…Hasta en el aire hay agua, es cosa de que aprendas a obtenerla, pero, sé que no es sencillo, por eso te traje aquí. El agua del jacuzzi te será útil para practicar.
-Así que, mientras aprendo, usaré una tina-Se rió Sebastián-Esto no se ve tan complejo, a ver…-Sebas metió la mano en el agua de la tina, y de nuevo volvió a sentir la misma sensación que tenía al tocar el agua. Visualizó la forma de fluir de esta mientras sacaba la mano de la tina. El resultado fue un delgado hilo de agua de varios metros de largo. Sebastián notó de inmediato que este hilo de agua se movía obedeciendo sus pensamientos. Había cerca un porrón vacío; Sebastián le apuntó con el dedo del que salía la corriente de agua, esta se retorció, y le pegó al porrón, pero el hilo se deshizo en lo que entró en contacto con él, y la única consecuencia que hubo fue un salpicón alargado en el suelo.
-Le faltó fuerza.-Dijo Benjamín entre risas- No te estreses, es tu primer hechizo. Intenta visualizando un flujo de agua más potente, con el agua con más presión, no espero que lo hagas a la primera…-Sebastián volvió a intentarlo, exactamente igual que la primera vez, el hilo de agua salió desde la tina, pero esta vez, el porrón quedó partido justo a la mitad-¡Mierda! ¡Aprendes rápido!-Exclamó Ben.
-Risas-¡Lo sé! ¿Soy buen alumno o qué? –Se burló Sebastián
-¡A ver qué tal te va intentando mantenerlo un rato!-le retó Benjamín-pégale a los porrones más pequeños uno por uno, pero rápido.-Sebastián le pegó a 4 de los 10 porrones uno tras otro, hasta que el hilo de agua se deshizo en un salpicón en el suelo.-wo, eres bueno! Mi primer hechizo fue una cuchilla de viento, y no pude sacarla más de una vez seguida en menos de unos días, pero tú, en tus primeros minutos, ya diste cuatro latigazos seguidos…Tienes talento.
-Muchas gracias Ben-Le contestó Sebastián con una sonrisa dibujada en el rostro-¡Sigamos!
-Acá tenemos que parar un poco Sebas-lo desanimó Ben-de aquí en más, todos los hechizos en el libro requieren que te sepas comunicar con tu elemento, es indispensable, porque casi nunca tendrás una fuente de donde sacar agua.
-Bien, necesitas que aprenda a sentir mi elemento para poder enseñarme, ¿exactamente a qué te refieres con que lo pueda sentir?
-Pues, mira bien esto-Ben apuntó con su dedo una rama que estaba tirada en el suelo, y se pudo ver como una ráfaga de viento delgada la partió tal cual como un cuchillo corta la mantequilla-Todos los hechiceros podemos hacer magia de nuestro elemento sin necesidad de tener una fuente cerca…no necesito un ventilador para hacer mi magia, de la misma manera, no necesitas estar rodeado de ríos para hacer tu magia. Recuerdo que cuando mi papá hacía su magia, el agua aparecía al instante de los alrededores, y el aire se sentía más seco.
-¿Cómo hacen los hechiceros de fuego y tierra entonces?
-Ni idea, sé que los hay, pero, la sociedad mágica es bastante reservada. Si bien he conocido a otros magos, no hemos entablado conversaciones…
-Ya veo…-Sebastián se quedó pensativo-oye, ¿por qué todo esto tiene que ser tan secreto? Digo, si la magia juega un papel tan importante en el balance natural, cual es el problema.
-¡No parecen preguntas tuyas!-Se rió Benjamín-Antes si se sabía, pero los cristianos empezaron una campaña en contra de la magia, argumentando que el único poder de creación era el de su dios. Todo eso dio como resultado las famosas cacerías de brujas. Si bien los hechiceros manejamos grandes poderes, no somos dioses; uno solo de nosotros no podría enfrentarse a un ejército completo de personas, y de esa forma era como trabajaban. Nuestro número se vio reducido a una simple fracción de lo que era antes, y la historia de la magia fue borrada casi en su totalidad, quedando sólo leyendas que fueron tomadas en conveniencia de la iglesia para atribuirles poderes divinos a sus santos. Todo el resto fue erróneamente tildado de paganismo, o prácticas satánicas…-Hiso una pausa-Nos desviamos muchísimo del tema-Rió-Deberías ir practicando como sentir tu elemento a tu alrededor.
-¡Bien!-Dijo Sebastián disponiéndose a hacer algún movimiento…hasta que se dio cuenta que no tenía una mínima idea de qué tenía que hacer- ¿por dónde empiezo?
-Benjamín se rió de la reacción de Sebas-Eres bastante impaciente, lo bueno es que aprendes rápido. La ventaja que tenemos es que nuestros elementos se parecen mucho. Ven, sentémonos un rato.
Sebastián se sentó frente a Ben, y este le tomó las manos. Sebastián entendió la situación de inmediato, se dejó llevar, y cerró los ojos.
-Ahora, concéntrate en mis palabras-empezó a decir Benjamín en voz serena-Relájate todo lo que puedas. Borra todo lo que distraiga tu mente. Respira hondo, con toda la capacidad de tus pulmones-Sebastián seguía sus instrucciones, y las cosas se iban tornando diferentes con cada respiración. En ese momento, las palabras de Ondina resonaban en su cabeza “tu cuerpo es agua, las plantas son agua, bajo tierra circula agua, incluso en el aire que respiras hay rastros de agua” . Sin embargo, al cabo de lo que parecieron minutos, no podía sentir absolutamente nada.
-Ben, no sé si pueda hacer esto...-Se quejó Sebastián- ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? Dejé mi celular en el bolso y no cargo reloj
-Por el tiempo no te preocupes-Se apresuró a contestarle Ben- Ten más confianza, yo sé que si puedes. Fíjate, en tus primeros minutos con el primer hechizo ya lo habías dominado bastante bien. A mí me tomó días hacer la cuchilla de viento más de dos veces seguidas. Si yo puedo confiar en ti, tú también puedes.
Sebastián cerró sus ojos de nuevo, y siguió intentándolo…pero, no tenía idea de cómo lograr lo que estaba buscando, pero aún peor, ni siquiera estaba seguro de qué era lo que estaba intentando. Ben seguía dándole instrucciones, diciéndole que visualizara el agua que circulaba a su alrededor tocando su piel. Que imaginara el contacto con su elemento y lo convirtiera en una extensión de sí mismo. Pero esto era el problema; Sebastián no tenía ni idea de cómo imaginar eso.
Benjamín empezaba a dar con la raíz del problema, aunque esta era algo que el ya venía pensando desde hace tiempo, la acababa de confirmar. A pesar del miedo que sentía Ben respecto a la reacción que pudiera tener Sebastián, su intención era probarla en algún momento…
-Mantén los ojos cerrados, y la mente en calma-Le dijo Benjamín en tono tranquilizador-Intentaré hacer algo que tal vez te ayude…
Ben tragó en seco, se armó de valor y acercó su cara a la de Sebastián, probando al fin los labios que tantas ganas tenía de besar hacía ya un tiempo. Sebastián tardó un poco en darse cuenta de lo que estaba pasando…Disfrutaba la caricia de humedad en sus labios…hasta que se dio cuenta de que eran los labios de Benjamín, entró en pánico por un momento, agarró el grimorio, corrió a la sala por su morral y se fue.
Sebastián estaba confundido en ese momento…su mente estaba más nublada que nunca. Si bien no era la primera vez que recibía un beso, si era la primera vez que besaba a otro varón. Pero lo que más le confundía era el hecho de que…
Lo había disfrutado como nunca antes.
Capítulo V
Los deseos del alma.
Sebastián pasó la noche con una mezcla de emociones. La sensación de los labios de Benjamín sobre los suyos estaba impresa en su memoria. Desde el momento en el que lo tocó, cada detalle de la caricia que sintió de los labios de Ben sobre los suyos. No sabía si odiarlo o no, ni siquiera si era posible que le hubiese gustado tanto; Sebastián estaba simplemente perdido en sus emociones haciéndose preguntas como: ¿habrá sido magia?¿algún hechizo de sensaciones?...
Sebas pasó parte de la noche pensando solo en eso. Ya entrada la madrugada, seguía sin cansancio, así que decidió agotar su energía un poco: tomó el grimorio que le había dado Ben, abrió silenciosamente las puertas del patio de su casa, y llenó un tobo con agua…
Una y otra vez el látigo de agua fallaba, y cada vez lo podía mantener menos tiempo. Un hechizo que había logrado dominar casi a la perfección esa misma tarde, ahora solo podía mantenerlo unos pocos segundos, y sin siquiera tocar algún objetivo, resultaba en un salpicón en el suelo…pronto llegó un punto en el que ni siquiera fue capaz de darle forma de látigo al agua. Pasó un rato moviendo los salpicones de agua, hasta que al fin sintió una ligera sensación de somnolencia y se fue a intentar dormir por al menos un par de horas.
Los días siguientes en el colegio Sebas pasó todo tiempo evitando el contacto con Ben. Apartó los puestos de sus amigos sin dejarle uno disponible, para q Ben quedara lejos, en lo que sonaba el timbre del receso Ben intentaba hablarle, pero Sebas aceleraba el paso sin siquiera escucharlo, y a la salida, Sebas notó que Ben le estaba esperando, así que se ponía a hablar con sus amigos y lo ignoró a propósito. La noche del viernes Sebastián miró su teléfono, y vio un mensaje de Benjamín, que solo decía “perdóname”.
Sebastián no estaba molesto en realidad, solo estaba profundamente confundido. Esa noche salió al patio de su casa, trepó por las rejas de unas ventanas, y se sentó en el techo, a mirar la luna. Intentaba despejar su mente pero todo en lo que podía pensar, aun habiendo pasado ya un día, era en el beso de Benjamín, así que decidió dejar la cobardía ante sus emociones y atreverse a pensar en ello…y más aún, en ese placer que tanta culpa le hacía sentir.
-“¿por qué lo habrá hecho?”-Decía Sebastián en su cabeza-“aún más importante ¿habrá hecho trampa con algún hechizo sensorial?...No"-Se respondió a sí mismo-“Ni siquiera estoy seguro de que exista un hechizo que funcione de esa manera”
Sebastián repitió su monólogo mental por varias horas, sin embargo, cada vez llegaba a una conclusión diferente, hasta que al final todo concluyó en una sola palabra: perfecto. Todo en ese momento fue perfecto; la sensación, la delicadeza que tuvo al hacerlo, la forma en la que colocó sus labios sobre los suyos. No podía sacarse nada de esto de la mente, hasta que por fin su boca dijo lo que sus emociones reflejaban con tanta claridad:
-Lo deseo…
Al ver su reloj, Sebastián se dio cuenta que habían pasado más de tres horas desde que se había subido en el techo, y aunque no estuviese cansado, era tiempo de que al menos descansara la vista, y se fuera a su cama. Al entrar a su cuarto que estaba completamente oscuro, fue fácil notar que la luz de color azul que notificaba los mensajes de su teléfono estaba parpadeando; Era un mensaje de Benjamín.
“Benjamín: Sé que leíste mi último mensaje, y no respondiste nada, y quizás no respondas este tampoco. Aun así, quiero decirte que lamento mucho lo que hice, no me pude controlar, y de verdad siento mucho haberte hecho sentir tan mal como para que me evites de esta manera. Me siento estúpido al pensar que ibas a corresponder a mis sentimientos, y de verdad en este momento me estoy odiando a mí mismo por haber espantado a la única persona que llenaba mi soledad, y la única persona que en mi vida me ha aceptado a pesar de ser tan diferente. No quisiera que nuestra amistad terminara solo por ese incidente, pero si no quisieras verme nunca más, lo puedo comprender…”
Sebastián estaba completamente conmovido por esas palabras, confirmaba que Benjamín no había hecho ningún truco extraño, sino por el contrario, que estaba tan nervioso como lo estaba él. Sólo había una respuesta que podía dar…
“Sebastián: Mañana es sábado…quisiera hablarte en persona, pues lo que te quiero decir no son el tipo de cosas que me gustaría hablar por celular, y mucho menos por textos. Nos vemos mañana en el parque, a las 2 en el mismo sitio donde hice el contrato con Ondina.”
Las horas pasaron y se hiso de día otra vez, Sebastián se vistió con una camiseta, shorts, y zapatos deportivos, tomó un morral donde metió varias botellas de agua, y a escondidas metió el grimorio en un compartimento aparte, y le dijo a su madre que había acordado ir a hacer algo de ejercicio en el parque.
Tomó un taxi de su casa al parque, y en menos de 20 minutos ya estaba en el lugar, puntual a las 2. Mientras se bajaba del vehículo, notó que ya Benjamín estaba en el lugar, esperando por él.
-Puntual como siempre-Le dijo Ben mientras saludaba.
-Ya me conoces.-Le contestó Sebas con una ligera sonrisa nerviosa dibujada en la cara.-Ya sabemos a dónde ir…vamos rápido.
Sebastián parecía impaciente de llegar al lugar; en ciertos puntos del camino, Benjamín tuvo que apresurar el paso para no quedarse atrás. Caminaban en silencio, y los nervios de Sebas eran evidentes para Ben, lo cual lo ponía a la expectativa, mientras las únicas palabras que habían en su mente eran: ¿será que tendré que borrar otra memoria?...
Sebas por su parte repasaba una y otra vez lo que iba a decir, intentando en vano encontrar la manera correcta de decirlo, pero perdió completamente la concentración cuando llegaron a aquel claro solitario rodeado de árboles, maleza, y riachuelos, era este el momento que estaba esperando.
Los chicos pusieron sus respectivos morrales sobre la piedra en la cual se habían sentado la última vez. Sebastián miró a Ben directo a los ojos, y con un suspiro nervioso, intentó sacarse los nervios…
-Bien, llegamos…-Dijo Sebas.
-Sí…-Hubo un silencio que aunque duró pocos segundos, pareció durar horas-Oye, yo…tu, me dijiste que me querías decir algo, ¿qué es?
-Bueno, yo…-tragó en seco- es que te quería decir que…-las palabras no le salían de la garganta.
-¿Qué? ¿Que soy un fenómeno? ¿Que nunca estarías con alguien como yo? ¿Que me desprecias por haber abusado de tu confianza?...-hubo otro silencio- acaso…así como me han dicho antes…¿quieres que me desaparezca?
-¡No!-Le dijo Sebastián en tono fuerte-¡No es eso! Yo solo quiero que me perdones.
-¿Perdonarte yo a ti?-Dijo Ben extrañado.
-Sí, Benjamín, por favor, perdóname-Le respondió Sebas con un temblor en la voz-La forma en la que te traté toda la semana, a alguien que expuso sus sentimientos ante mí, y que ha confiado de manera tan genuina en mí, de verdad no fue justo. Y ahora sé que la forma en la que te traté te ha lastimado. Pero compréndeme, nunca había estado tan confundido como lo estoy incluso ahora. No supe cómo reaccionar.
-Lo entiendo…
-Necesito que me digas, necesito oírlo de tu voz, aquí en persona… ¿Por qué me besaste?-Le preguntó Sebastián-¿Tenía algo que ver con la magia? ¿es algún ritual extraño? ¿o era por sentimientos?
-Sebastián…-Empezó a hablar Benjamín- Cuando te vi en la fila para entrar a los salones el primer día de clases, desde ese momento me llamaste la atención, pero luego cuando empecé a hablar contigo, a tratarte más, y a ganarme tu amistad, me empezaste a gustar. Cuando te dije lo de la magia mi objetivo era probarte, y saber lo confiable que pudieses ser, pero la forma en la que reaccionaste, tan natural, fue la pieza que faltaba para darme cuenta de que lo que sentía por ti iba mucho más allá que una simple amistad. Cuando te estaba enseñando y vi que no podías imaginar al elemento agua sobre tu piel, o sentir su humedad, pensé que no habías recibido nunca esa sensación, y en principio, se me ocurrió la idea del beso como una herramienta para ayudarte, pero, cuando toqué tus labios, y sentí tu calor y tu aliento no pude controlarme…desde aquella noche que pasamos en el muelle de aquel club viendo la luna, moría por probar tus labios. No fue ningún ritual ni te puse ningún embrujo, solo fue un momento en que dejé que mis sentimientos por ti se salieran de control…
-Ben…-Decía Sebastián con la voz algo temblorosa-Antes de conocerte, muchas veces pensé que no pertenecía a ninguna parte. Muchas veces compartí besos, pero nunca con otro chico.-hubo una pausa de varios segundos- Después de que me besaste, una parte de mí estaba completamente confundido, sin respuesta, pero, todo el resto de mi lo había disfrutado. Tenía miedo de que todo fuera una ilusión, o alguna magia extraña, y ahora que sé que no lo fue, no sabes lo aliviado que me siento. Lo que sentí esa vez no fue una mentira, todo fue real, y eso me hace muy feliz…
En ese momento, por la mejilla de Benjamín resbaló una lágrima solitaria que brillaba como escarcha sobre su piel blanca, sin embargo, había una sonrisa iluminando todo su rostro. Sebastián no pudo evitar que en su cara también se dibujara una sonrisa mientras secaba con su mano la lágrima que bajaba por la cara de Ben…
-Ahora…-empezó a hablar Sebastián-Cierra los ojos, y mantén la mente relajada…
Sebastián abrazó a Benjamín, y se subió un poco para quedar frente a Benjamín, y esta vez fue él quien comenzó el beso. La forma en la que encajaba la silueta de sus labios, la unión de su aliento en uno solo, todo era simplemente perfecto. Benjamín entonces empezó a tocar con una de sus manos la parte de atrás de la cabeza de Sebastián, acariciando su cabello, y recorriendo su cuello, mientras que con la otra mano lo tomó de la parte baja de la espalda, y lo empujaba contra él. Ambos podían sentir el calor del cuerpo del otro, casi quemándose entre sí, hasta que necesitaron tomar aire, y abrieron los ojos un momento…Sebastián no podía creer lo que había sucedido durante ese beso mágico: alrededor de ellos habían miles de gotas de agua desafiando la gravedad. Parecían miles de pequeñas esferas de cristal flotando en el aire.
-Creo que acabas de aprender a sentir tu elemento-Dijo Benjamín con una expresión atónita en el rostro.
-wo…es hermoso…
Rápidamente, Sebastián se distrajo con la belleza de aquel momento completo, desde el beso que más había disfrutado hasta los cristales flotando en el aire, y perdiendo la concentración y el control sobre dichos cristales. Las gotas flotantes se precipitaron todas al suelo, y muchas cayeron sobre ambos chicos, dejándolos completamente empapados. Los chicos se miraron perplejos, por unos segundos, y ninguno de los dos pudo evitar estallar en carcajadas, sin ninguna razón aparente…excepto por la inmensa felicidad que ambos sentían en ese momento. Se sentaron en una parte del claro donde pegaba un poco el sol, y mientras Benjamín acariciaba el rostro de Sebastián, lo miró a los ojos, aún con la expresión sonriente y embobada, y le dijo solo dos palabras…
-Te quiero.
Sebastián sonrió, sintiéndose pleno en ese momento, como si hubiese encontrado algo que necesitaba con urgencia, pero que no sabía que se le había perdido, y con la misma expresión de la sonrisa embobada, le respondió…
-Y yo a ti…
Capítulo VI
La primera casería.
Sebastián había aprendido a sentir su elemento, lo cual agilizó muchísimo el ritmo con el cual estaba aprendiendo los hechizos. Para sorpresa de Benjamín, Sebastián resultó ser muy fácil de enseñar, dominando rápidamente un hechizo tras otro. Si bien la primera vez que había intentado el látigo de agua fallo una y otra vez, ya en menos de dos semanas era capaz de mantenerlo el tiempo que quisiera. No solo contaba con el látigo de agua, si no que ahora era capaz de conjurar una gama de hechizos bastante amplia, y que seguía creciendo: desde balines de hielo, espejos, un hechizo para caminar sobre el agua, e incluso, aunque tardaba unas horas en hacer efecto, podía modificar el clima para hacer llover. Mientras más conjuros aprendía, mejor comprendía el funcionamiento de la magia y le era más sencillo hacer el siguiente.
Los hechizos no era lo único que avanzaba: la relación entre los chicos se intensificaba cada vez más. Cierto día mientras practicaban sus hechizos en casa de Benjamín, este le enseñó a Sebas una de las ventajas de la magia: la comunicación. Ben había preparado un ritual, con un pentagrama dibujado en el piso, con una vela en cada punta de la estrella. Se sentaron en el círculo, se tomaron de las manos, y cerrando los ojos, pudieron sentir un intercambio de energía; la humedad se condensaba en pequeñas gotas que viajaban en el viento que se arremolinaba a su alrededor…
-Listo-dijo Ben.
-¿Qué fue eso exactamente?-Preguntó Sebas.
-Fue un hechizo de conexión-le explicó Ben-Si te concentras un poco, podemos hablar telepáticamente, sin importar donde estemos, siempre podremos saber del otro.
-“Ahmm, o sea, que puedes escuchar mis pensamientos-empezó a decir Sebas sin abrir la boca-Interesante…pero eso también puede tener sus desventajas”
-“¿Ah sí? ¿Cuáles?
-“No es una desventaja precisamente, pero, por los pensamientos no hay censura de ningún tipo”
-“Ahmm”-Se le escapó una risa a Ben-“¡Ya sé bien lo que estás pensando!”
-“¡claro que sí!”
Los chicos se tumbaron en el mueble de la sala en una sesión algo intensa de besos; Benjamín se ponía de inmediato sobre Sebas poniendo una de sus piernas entre las de él, y este le acariciaba cada centímetro de la espalda y le daba uno que otro tirón en el cabello, pero esta vez, Ben hiso algo completamente nuevo para Sebas…Mientras lo besaba, bajó un poco la cara, y empezó a besarle el cuello. Sebastián nunca había sentido algo parecido a eso, pero era increíblemente placentero para él, tanto que sin darse cuenta, empezó a gemir un poco. Benjamín escuchaba los sonidos que Sebas empezó a hacer, y esto lo inspiraba cada vez más a seguir con más intensidad; Subió la pierna que tenía entre las de Sebas, hasta hacer contacto con él, sintiendo que lo que estaba en su entrepierna estaba bastante prominente...y duro, como si quisiera salirse del pantalón. En cuanto lo tocó con su pierna, el cuerpo completo de Sebastián se estremeció en un solo temblor y sus manos apretaron con fuerza la espalda de Benjamín. Ben levantó la mirada, y quedó sorprendido con la escena que estaba viendo: Sebastián, un chico de carácter fuerte, expresión seria que por muchos había sido acusado incluso de no tener sentimientos, yacía allí, completamente a su merced, con sus ojos cerrados, la piel blanca de su rostro coloreada de rojo por las emociones, con el aliento cortado por los gemidos, y con su miembro duro y húmedo rozando con su pierna. Benjamín empezó a acariciar con su mano el bulto que hacía su miembro bajo el pantalón del uniforme del colegio, y con cada roce, Sebas se estremecía y empezaba a gemir cada vez más fuerte, pero, cuando Ben quiso meter su mano bajo el cinturón, de inmediato, sintió como la mano de Sebastián se interpuso entre el y su botón, impidiéndole seguir.
-N…¡no!-Le dijo Sebas con la voz tan entrecortada por la excitación que apenas podía hablar-no…por favor, no me sigas desde ahí.
-está bien…-Dijo Ben suspirando.
-No me siento listo Ben…Nadie nunca me había tocado como lo acabas de hacer, pero no me siento listo para estar desnudo con alguien. Por favor, compréndeme.
-Sebas, te comprendo bien, y sabiendo que tu cuerpo sigue siendo puro, quisiera que el momento en el que estemos juntos por primera vez sea el más especial de todos, y no te puedo forzar a nada…-Le dio un beso en la frente mientras se acostaba en el sofá abrazándolo-Cuando estés listo, las cosas se darán por si solas.
-…Gracias.
Los chicos pasaron varios minutos acostados, abrazados en el sofá, hasta que Benjamín pareció recordar algo importante y se paró de golpe.
-¡Quería preguntarte!-Dijo Ben sobresaltado-ahora que eres más diestro en la magia, ¿te gustaría salir a cazar con migo?
-¿A cazar que cosa?
-¡Demonios y cosas así! Esa es la tarea primordial de los hechiceros.
-Pero, ¿cómo haré para alejarme de mi casa en la noche?
-Aún no sabes hacerlo, pero, con la magia puedes movilizarte muy rápido por la ciudad. Mientras, podríamos revisar a los demonios cerca de tu casa.
-Bien… ¿Sabes dónde vivo?
-No, pero si en este momento piensas en cómo llegar, gracias a nuestro hechizo de conexión lo sabré…
Más tarde casi a media noche, Sebastián estaba en su cuarto viendo sus programas habituales, solo que en lugar de estar en ropa interior como solía estarlo al dormir, tenía puesta una camiseta negra, un jean color gris y zapatos deportivos. De la nada, la voz de Benjamín sonó en su cabeza, “sal, estoy en tu patio”. Sebastián se asomó por la ventana, y vio que en efecto, Ben estaba esperándolo afuera
-“salta, no hay problema”-le decía la voz de Ben en su cabeza.
-“¡¿que no ves que son tres metros hasta abajo?!”-replicó Sebas.
-“tranquilo, es hora de que vayas viendo cómo funciona la magia en el cuerpo”
Sebastián decidió confiar en él, así que respiró profundo, y se lanzó por la ventana de su cuarto. Antes de impactar contra el suelo, sintió un cojín de aire que lo hiso rebotar levemente, y le permitió caer suavemente.
-Eso es uno de mis hechizos de aire-aclaró ben.
-¡Genial!-Exclamó Sebastián.
-La magia en general te permitirá moverte de maneras muy diversas, el aire por ejemplo, tiene muchísima ventaja en movilidad en comparación con los otros elementos. Tu magia de agua también te permitirá desplazarte más fácil, pero será un poco más complejo.
-¿Tu padre podía hacerlo?
-Pues…-Hizo memoria unos segundos- Recuerdo que mi padre hacía un hechizo con la humedad del ambiente, y hacía como si estuviera patinando sobre las superficies, y con el mismo hechizo, podía impulsar sus saltos. Es algo que está en el grimorio, pero podemos hacerlo luego, hoy, te llevaré con mi magia de aire.
-Ok, exactamente…¿Cómo piensas llevarme?
-¡De monito!
-¡¿WTF?! Peso 60 kilos, ¿crees que puedes levantarme así de fácil?
-Solo hay que saltar dos veces-Dijo Benjamín confiado-móntate.
Sebastián se sujetó fuerte de la espalda de Ben, aún con muchísima desconfianza de que este pudiese hacer lo que decía ser capaz. Cuando Benjamín dio un fuerte salto hacia adelante, Sebas sintió como el viento los llevaba más y más arriba, hasta que aterrizaron en el techo de la casa, luego dio otro salto y pasó por encima del paredón que rodeaba la casa, cayendo sobre otro colchón de aire que amortiguó por completo la caída de más de 5 metros.
-¿Ves?-dijo Ben con una sonrisa en el rostro-Ni que fueras tan gordo-rió.
-Claaaaro, perfecto-Respondió Sebastián con un evidente mareo casi cayéndose de lado, lo cual hiso que Ben se riera más.
-Bueno, caminemos un poco-Dijo Ben mientras tomaba a Sebas del brazo para que no se callera-sé que cerca de aquí hay demonios menores, que serán una buena primera casería.
Sebastián caminó junto a Benjamín, se adentraban más entre las casas, a lugares que aunque eran cercanos a su casa, sebas nunca los había visitado. Pronto llegaron a una de las zonas más profundas del barrio, donde había una escuela pública que aunque de día funcionara con normalidad, era de noche y estaba cerrada y completamente a oscuras.
-Sé que por aquí hay unos demonios…-decía Benjamín ensimismado.
-¿Cómo es posible que lo sepas?-le preguntó Sebastián perplejo por la seguridad e las palabras de Ben-Ni siquiera hemos entrado, ahora no vayas a decir que los hueles o algo así-añadió en tono burlón.
-No los huelo, pero casi-le replicó Ben mientras lo ayudaba a saltar el paredón del colegio-los demonios producen una alteración en las energías.
-Ya veo....a ver ¿explícate?
-Mientras más débil sea el demonio, más suave es la energía que se siente, concéntrate un poco, piensa como hechicero y no como simple persona.
-…-Sebastián cerró los ojos, dio un suspiro, y de inmediato sintió lo que Ben estaba diciendo: la presencia de los demonios. Era como una especie de pegoste en el aire, un humo ligeramente denso que emanaba del interior del colegio, de cualquier manera, era una sensación desagradable.- ¡YA! Ya entiendo a lo que te refieres.
Caminaban por los oscuros pasillos iluminados por la luna, acercándose cada vez más a la fuente de la presencia maligna, hasta que dieron con certeza en el salón donde se encontraba. Entraron, y ahí sentado en la el escritorio del profesor estaba sentado lo que a primera vista parecía ser solo un sujeto desnudo, pero al detallarlo un poco más cuando la luz de la luna lo permitió, Sebas pudo ver que el hombre en cuestión tenía una larga cola color negro, la piel de un color pálido como el papel, y cuernos saliendo de su frente.
-Un diablillo, muy bien.
-No pensé que me vendrían a buscar en un sitio como este-Dijo el demonio mientras se lamía los labios con su larga lengua de serpiente-Y este par de magos se ve apetitoso.
-No le prestes atención Sebas, los diablillos no tienen poderes por sí solos-le aclaró Benjamín-solo quiere intimidarte.
-¡¿Y que se supone que tengo que hacer?!
-¡Mátalo con los hechizos que has aprendido hasta ahora!
-¡Si es que puedes, maguito!-El monstruo se echó a carrera contra Sebastián, dándole un fuerte golpe que lo sacó del aula donde estaban, y fue a dar del otro lado del pasillo. Sebastián se puso de pié lo más rápido que pudo, pero por la impresión de todo lo que estaba pasando, no se acordaba de ninguno de sus hechizos. El demonio estaba a unos metros, echándose a correr contra él otra vez, pero una fuerte ráfaga de aire lo estrelló contra un muro; había sido Benjamín, intentando darle tiempo a Sebas.
-¡Tranquilízate que no estás solo!-Le gritó Ben para darle ánimo.
El monstruo todavía estaba aturdido por el golpe contra la pared, así que Sebas conjuró lo primero que recordó de su grimorio, y de la punta de sus dedos salió una delgada manguera de agua, que al batirla, azotó fuertemente a la criatura, que pegó un chillido tras otro mientras sebas le pegaba repetidas veces. Los hechizos que había aprendido del grimorio empezaban a llegar a su mente, uno tras otro. Tras decir otra tanda de palabras, cuando azotó al monstruo, la manguera de agua se fue completa alrededor de la criatura, y mientras lo hacía, Sebas se apresuró a decir una palabra cuya traducción sencilla sería “congelación”, tras lo cual la manguera de agua se solidificó, atando al monstruo con el hielo, y mientras este luchaba por liberarse, Sebastián ya estaba haciendo su próxima jugada; Cientos de gotitas de agua aparecían en el aire, tal cual como pasó antes en el bosque, sin embargo, esta vez, las gotitas se enfriaron y endurecieron, y se precipitaron todas hacia el demonio, haciéndole este hechizo honor a su nombre: escopeta de hielo.
La criatura calló al suelo, su piel empezó a arder, y al cabo de unos segundos, había desaparecido. El demonio había muerto.
-¡Bien! ¡Muy bien hecho! Lo hiciste muy bien para ser tu primera vez.
-Gracias!-respondió entusiasmado Sebastián- Oye, tu pareces conocer de tipos de demonios, ese en específico, ¿qué hacía?
-Era un simple diablillo, estos, por si mismos no son la gran cosa, pero, son culpables de las malas decisiones que toman los niños, algo así como el diablito en el hombro de las caricaturas. De vez en cuando toman un cuerpo, y cometen brutales asesinatos, o cosas así. Con eso que acabas de hacer, has salvado a los niños que estudian en este colegio de un futuro incierto, claro, que no todo es culpa de los demonios, pero al menos esto es un factor menos.
-wow, habías dicho sobre los desastres naturales, pero no habías mencionado que desastres de naturaleza humana también tuviesen que ver con los demonios.
-Supongo que lo olvidé.
-Bueno, entre tantas cosas que se pueden comentar sobre el tema…no te culpo.
Los chicos caminaron de regreso a casa de Sebastián, y Ben le ayudó a meterse en su cuarto pegando brincos. Al pasar el momento de emoción, Sebas sintió un cansancio súbito que apenas le dejaba seguir despierto. Ben se dio cuenta de esto, y rápidamente le dijo que no se preocupara, que era consecuencia de haber usado una gran cantidad de magia, y que aún no estaba acostumbrado a ello. Sebastián asintió, y se dejó caer en su cama. Ben se dispuso entonces a brincar del lugar, pero antes de cerrar la ventana del cuarto de Sebas, vio la cara de este ya dormido, con expresión plácida, y en ese momento tuvo una sensación de bienestar, solo con ver esa expresión calmada y en paz. Quizás, más allá de la atracción física, más allá de la lujuria, hubiese algo mucho más profundo. Dejó escapar un suspiro, y cerrando la ventana con cuidado de no emitir ningún ruido, de entre sus labios se escapó una palabra…
“Descansa…”
Capitulo VII
Brisa suave de la noche.
Benjamín se fue pegando brincos de la casa de Sebastián, sin embargo, en su mente tenía esa sensación de arrepentimiento por no haberse atrevido a hacer algo más en ese momento…La cara apacible de Sebas era algo que nunca había visto; dormitando, y respirando suavemente mientras se quedaba dormido, iluminado solo por la luz de la luna…empezó a pensar en las muchas facetas que tenía ese muchacho: En clases, era un perezoso que rara vez tomaba riendas de algún asunto, pero las pocas veces que lo hacía, lo que sea que liderara tendía a salir a la perfección. Podía ser bastante mandón en ocasiones, pero lo que otros más conocían de Sebastián era su mal carácter, dándole la reputación de “alguien a quien es mejor no hacer molestar”. Sin embargo, cuando estaba en privado con él, Benjamín veía un Sebastián desconocido para todos los demás. El carácter difícil se desvanecía casi por completo, dejando al descubierto a un chico bastante tímido, con un corazón frágil pero dulce…un chico que incluso tenía un rasgo increíblemente difícil de encontrar en estos días: inocencia.
Ese era el Sebastián que solo él conocía, el inocente, el que deja al descubierto solo frente a él sus deseos, el que al tocarlo donde es más sensible se estremece de pies a cabeza…y por último, esta nueva cara que nunca había visto…una cara de alguien que se duerme contento, con una paz infinita reflejada en el fantasma de una sonrisa que mora en sus labios.
-“vaya que es polifacético…”-Decía Ben para sí mismo mientras entraba en su casa haciendo el menor ruido posible para no despertar a su abuela.
Ben se desvistió y entró al baño de su cuarto a darse una ducha tibia. El vapor del agua llenó el lugar en poco tiempo, y mientras el agua caía sobre su cuerpo, él jugaba con el vapor, usando la magia para arremolinarlo y darle formas de espirales y letras, que quedaban suspendidas en el aire. Entre juego y juego, salió una letra S, la cual contempló unos segundos, y casi como un reflejo, terminó de escribir las otras letras, hasta que el nombre SEBASTIAN quedó dibujado en el aire, lo vio flotar unos segundos, y luego lo borró, quedándose de pié bajo la ducha, sin hacer nada más que sintiendo como la corriente de agua tibia recorría su cuerpo, sin embargo, en su mente empezaba a aparecer una sensación poco familiar para él…el miedo.
No era un miedo común, no era el miedo a la muerte, o el miedo de un susto…era un miedo a una sensación desconocida. Pero, ¿cómo no sentir miedo? Nunca había pasado por eso. Pensar casi constantemente en una sola persona. Cada día que pasaba con Sebastián era como un respiro de aire fresco, y el simple hecho de estar con él, no podía describirse de otra manera, más que con la palabra “bien”, se sentía bien en todos los sentidos.
Ben cerró el agua, sin tener idea alguna de cuánto tiempo pasó en la ducha pensando en el torbellino de emociones que daba vueltas en su cabeza. Se secó un poco, y se echó en su cama a mirar el techo.
Siguió pensando en lo q ya tenía la mente ocupada incluso desde antes de entrar a su casa. Pero… ¿por qué estaba pensando tanto en Sebastián? No estaba claro el por qué, y al mismo tiempo, ni le importaba. Solo sabía que cada vez lo conocía más. Y que cada nueva faceta que descubría de él le gustaba más que la anterior. Las amaba a todas y cada una de ellas… si, definitivamente era eso, era lo que llaman “amor”.
Más allá de la lujuria, lo que sentía por Sebastián era mucho más que solo eso. Así como amaba verlo temblar de excitación, también amaba verlo sonreír, o el simple hecho de verlo. Esto era lo que tanto le asustaba. ¿Y si Sebastián no sentía lo mismo? Nunca nadie le había hecho pensar en esta posibilidad, ni siquiera le importaba si alguien lo dejaba…pero esta vez era diferente…Sebastián se había vuelto una parte importantísima en su vida, una parte que no quería dejar ir.
Benjamín se quedó en su cama desnudo, abrazando a su almohada, hasta que salió el sol, el tiempo se le pasó bastante rápido, y ya su abuela le estaba avisando que bajara para comer el almuerzo. Se vistió rápidamente, y se sentó en la mesa algo distraído. Hasta que de la nada, la voz de Sebas le llegó a su cabeza..
-“¡eh!, no había usado la comunicación directa antes”-le decía Sebas
-“aprendes rápido”-Respondió Ben
-“gracias”-rió Sebastián-“oye, solo aprovechaba este medio para darte los buenos días…y decirte algo que no te he dicho casi”
-“¿que será”?
-“Te quiero Benjamín”
Estas dos palabras no eran lo mismo que Benjamín estaba sintiendo…Un “te quiero” no es lo mismo que un “te amo”, pero, Benjamín sabía que Sebas solo estaba siendo cauteloso, así que él también debería hacer lo mismo…
-“También te quiero Sebastián, muchísimo”
Aunque esas palabras no expresaban la totalidad de lo que en realidad sentía, el simple hecho de que Sebastián hubiese sentido ganas de hacerle empezar bien el día era algo significativo…un indicador claro de que Sebastián apreciaba mucho a Ben, y que era algo recíproco.
No había ya vuelta atrás, Benjamín por fin tenía claro lo que su corazón le estaba diciendo…no era lujuria, no era confusión, ni tampoco un simple capricho del momento; amaba a Sebastián, sin duda alguna.
Solo tenía que esperar el momento indicado para decírselo.
Decir las dos palabras que pueden llegar a ser más poderosas que la magia…
“Te amo”
Capitulo VIII
Un baño de sol & Un poco de alcohol.
Era sábado por la mañana, Sebastián estaba recién despertando, lavando sus dientes y revisando su reflejo en el espejo para apretar los odiosos puntos negros. Puso a tostar un pan para hacerse un sándwich, y mientras este se calentaba, decidió darle los buenos días al chico que no estaba presente, Benjamín. Así que decidió darle uso por primera vez a la conexión telepática que compartía con él.
Después de desayunar, se disponía a acostarse a ver televisión y estudiar un poco del grimorio que Ben le había regalado, pero justo antes de eso, el sonido de la corneta de un carro que venía claramente de frente de su casa le cambió los planes. Sebastián fue a la sala (desde donde podía ver hasta la calle) y reconoció la camioneta de los padres de su amiga Joerla. Corrió a su cuarto a buscar una camiseta y fue a la puerta principal, al salir, la puerta trasera del carro se abrió de golpe y Joerla y Glenda salieron disparadas del auto, mientras que Carlis se bajó calmadamente, pero con una sonrisa en la cara.
-¡¡Te venimos a buscar!!-Le gritaron al mismo tiempo Joerla y Glenda.
-Dejen el escandalo chicas-Dijo Carlis entre risas- Las muchachas y yo íbamos de camino al rio y vimos que faltaba alguien a quien no veíamos hace rato si no en el colegio nada más…
-¡Sí!-exclamó Joerla- ¡Estás pasado de mal amigo! ¡Jum!
-¡Por eso te vamos a raptar hoy!-dijo Glenda-¡Y no puedes decir que no!
Sebastián tenía una enorme sonrisa dibujada en el rostro, su madre estaba parada en la sala viendo la escena, y cuando Sebastián entro con una expresión que tenía la palabra “¿¿por favor??” pintada por todas partes, su madre solo se sonrió y respondió con otra expresión que decía “anda pueees”. Subió a tomar un bolso, cambiarse de short, y meter en el bolso toalla, ropa interior, su cartera y desodorante. Salió disparado hasta el frente y de inmediato ya estaba dentro de la camioneta.
-¿A cuál río vamos?-preguntó Sebastián.
-Ya verás, es uno que conoce el señor Joel.-Respondió Carlis-Es muy bonito.
-¿No me pueden si quiera decir donde queda? -preguntó Sebas
-¡Es sorpresa vale!-Exclamó Glenda-Tranquilito y si quieres te fijas en la ruta.
Sebastián sonrió y simplemente se dejó llevar. Intentó no ver mucho el camino, ya que mientras avanzaban por la ciudad, veía un montón de criaturillas extrañas que los demás no notaban en lo absoluto. Se distrajeron escuchando a la señora Lourdes, la madre de Joerla, quien les relataba historias algo graciosas sobre reuniones familiares pasadas, o de vez en cuando le echaba una que otra maldición al gobierno actual. Pronto llegaron a las afueras de la ciudad, y la camioneta giró por un camino de tierra algo amplio que se llegaba bastante lejos-Ya casi llegamos-avisaba el señor Joel. No tardaron en ver que al fondo del camino, había una playa de arena blanca, que incluso tenía palmeras, pero era un río. Sebastián estaba sorprendido, ya que este lugar no tenía nada que envidiarle a una buena playa. Al llegar, bajaron de la parte de atrás varias sillas que pusieron a la sombra de las palmeras, y en el sitio había un pequeño local de ventas que les suplía bebidas y una buena comida.
Pero eso no era todo, las chicas habían ido muy bien preparadas para la ocasión…Además de la pelota, y las raquetas playeras, había algo que en una reunión de ese grupo no podía faltar: Joerla sacó de su morral una botella que tenía un líquido color rosa, y por fuera decía “vodka”, Carlis de su bolso sacó 3 pequeños vasos-esto es para más tarde-dijo ella entre risas.
Los amigos pasaron un día bastante movido. Lo primero que hiso Sebastián fue tomar la raqueta y darle una a Carlis. Ella tomó la raqueta y la pelotita de goma con una mirada maliciosa que reflejaba perfectamente la que tenía Sebastián en el rostro.
-Ya van a empezar estos dos…-Dijo Glenda exasperada-No llevamos aquí ni una hora y ya se van a poner a competir.
-Relájate manita, que a esos dos nunca se les va a quitar esa manía-Le dijo Joerla en tono casi burlón.
Carlis le dio un fuerte raquetazo a la pelota, y Sebastián se lanzó a por ella, devolviéndosela de inmediato, lo cual ella no esperaba y no pudo reaccionar a tiempo para pegarle a la pelota.
-¿Tan rápido estas fallando?-Se burló Sebastián-¡Te estás poniendo vieja!
La chica fue a recoger la pelota, y empezó otra vez, sin embargo, fue más precavida esta vez. Cuando Sebastián se la devolvió, ella lo estaba esperando. Entre las idas y vueltas, Sebastián no notó que había una rama cerca, que se le enredó en los pies, y calló casi de boca sobre la arena.
-¡Ya te puse a comer tierra!-Se burlaba ella.
Sebastián hiso un sonido parecido a un gruñido, se puso de pie, y se sacudió la arena. Mientras estos dos estaban enfrascados en su intensa competencia, Joerla y Glenda jugaban al voleibol con la pelota playera, y volteaban a ver a sus amigos de vez en cuando para asegurarse de que no se intentaran asesinar mutuamente. Era una situación muy graciosa para ellas, ya que era inusual ver el lado competitivo de esos dos; Carlis, generalmente era una persona en extremo calmada, que solía tener la voz de la razón, y vivía diciéndoles a sus amigas que guardaran la compostura, cualidades que compartía con Sebastián, quien tenía características muy similares en ese sentido.
Pasó más de una hora hasta que Carlis, exhausta decidió por fin admitir (de muy mala gana) que no podía seguir, y aunque Sebastián estaba bastante sudado, era como si la energía no se le acabara, seguramente esto era debido a la magia, ya que normalmente a esas alturas estaría en extremo agotado, sin embargo, en ese momento, solo sentía un poco de sed.
Sebas tomó un poco de agua, y luego de joder la paciencia de Carlis regodeándose de su victoria (cosa que hacía completamente a propósito) lo animaron las chicas a que entrara al río. Entró con un poco de recelo, pues no sabía muy bien que podía pasar si se descuidaba un momento, pero una vez dentro, solo se dejó llevar por los juegos, tratando de no hacer ningún movimiento brusco que causara movimientos llamativos en el agua. En cierto momento, Sebastián se sumergió por completo, y notó algo bastante peculiar; al estar bajo el agua, se sentía tan ligero que pareciera estar flotando, y el aire parecía no acabársele nunca, ya que aunque no estaba respirando, la necesidad de hacerlo tampoco aparecía. Todo este asunto de la magia se ponía cada vez mejor…
Conforme avanzaba la tarde, Sebastián y sus amigas siguieron divirtiéndose en su día de playa de río. Sin embargo, también reflexionó sobre la manera en que lo fueron a buscar a su casa, y las palabras que le dijeron… “en el colegio nada más” “estás pasado de mal amigo”. Y la verdad, no estaban muy lejos de la realidad. Entre sus andanzas con Benjamín, había pasado mucho tiempo sin atender a sus otras amistades, las chicas no eran las únicas abandonadas, también estaban sus amigos... Definitivamente, debía ser un poco más equilibrado en ese sentido.
Pasadas las horas, y agotada la energía de las muchachas, la botella de vodka rosado empezó a ganar protagonismo en las actividades. Se sentaron alrededor de una mesa, con la botella en el centro, y empezaron a jugar con las rondas. Pronto todos estuvieron mareados.
Dejó pasar las horas, hasta q por poco se duerme. Al parecer, la magia no le protegía de los efectos del alcohol. Les llevaron a los adolescentes de vuelta a sus casas y lo único que mortificó a Sebastián al día siguiente fue el dolor de cabeza con el que se levantó.
Capítulo IX
Un mal presagio.
En medio de la noche, en la parte alta de la ciudad, un muchacho se mezclaba en la multitud que bailaba entre las centellantes luces de una discoteca. Iba vestido con una chaqueta de cuero negro, sin camisa por debajo, pantalones negros y botas. Su piel era de un blanco paliducho, con cabello liso y negro con un corte punketo, sin embargo, lo más llamativo en él eran sus ojos oscuros, que recorrían la multitud una y otra vez.
El muchacho se sentó en la barra mientras pedía un trago y seguía observando la multitud. Cuando el bar tender le acercó el trago, el muchacho se apresuró a tocarle el brazo con lo que pareció una simple caricia. El bar tender se quedó inmovilizado un par de segundos, y luego vio al muchacho y le dijo “El trago va por mi cuenta…” Estuvo haciendo esto una y otra vez hasta que del otro lado de la barra se sentó una chica solitaria, que parecía estar teniendo un mal día. Se acercó a ella con un trago en la mano, la chica vio las intenciones que este tenía y el vio las intenciones que ella tenía de mandarlo a la verga, sin embargo, antes de darle el trago, el chico volvió a hacer lo mismo que con el bar tender; le acarició el brazo, y así como así, la cara de la chica se transformó de hostil a amigable y dispuesta. Entre sonrisas, ella le aceptó el trago que él le ofreció, y en pocos minutos estaban en la pista bailando apretados. Cada vez que el tocaba alguna porción de su piel desnuda, la chica parecía excitarse cada vez más, hasta que ella se abalanzó sobre el dándole un beso. La chica parecía garrapata pegada a su boca, y aprovechándose de esto, el muchacho la condujo hasta el baño, y trabó la puerta tras ellos. Ahí, solos en ese baño de discoteca, se la devoró a besos, y cada vez que la chica se separaba de el para agarrar un poco de aire, se podía ver una pequeñísima cantidad de un extraño humo azul saliendo de su boca. En unos cinco minutos aproximadamente, la chica se desvaneció; quedó tendida en el suelo, pálida como papel, fría como hielo, y el corazón completamente detenido…estaba muerta. El chico la miró con desdén, y pensó para sí mismo-“los humanos simples no tienen gracia”- Se miró al espejo, y vio con decepción que sus ojos se habían degradado de negros, a un gris oscuro-“tampoco pude sacarle mucho…de verdad que los humanos no tienen mucho que ofrecer”-. La puerta del baño se abrió, aun cuando el muchacho la había trabado desde adentro, entró otro chico, vestido con una camiseta negra, y pantalones con cadenas guindando desde el cinturón, y rápidamente cerró la puerta tras de él.
-Así que esto era lo que se sentía raro…-dijo el chico de la camiseta-hacía rato que sentía que había algo raro, pero tu presencia se acaba de hacer notoria.
-Así que había un brujo en el lugar-Dijo el de la chaqueta negra mientras se lamía los labios como si observara el más delicioso de los manjares-esto se puede poner interesante al fin.
-No sé qué tipo de monstruo eres, pero no importa, igual te voy a incinerar.
-Pobre brujo ingenuo-dijo el de la chaqueta en tono condescendiente-No tienes idea de lo que meterse con un Incubbus implica…
-¡Quémate!-el chico de la camiseta dijo esto mientras chasqueaba los dedos, y de la punta de estos, saltó una bola de fuego que pareció impactar directamente contra el otro, pero al disiparse el humo, el chico estaba a pocos centímetros de su cara, con una enorme sonrisa dibujada.
-Eres bastante débil, no dominas bien tu magia de fuego, además, ¿viniste solo a enfrentarme? Que cosa tan perfecta para mí…-tocó su piel con una caricia, y el brujo de la camiseta negra quedó anonadado de inmediato; su piel se puso de gallina, y las sentía como se súbitamente se excitaba casi al borde de un clímax.
- Qué…mierda…estás…haciendo..-dijo con voz jadeante, y a la vez confundido- yo no…los chicos no…
-No importa lo que te guste, los de mi especie tenemos control total sobre el impulso más natural de los humanos: el sexo.-Decía el de la chaqueta mientras se quitaba la ropa-Y en este momento… ¡eres completamente mío!
El incubbus ya tenía control completo sobre el brujo de fuego, le arrancó la ropa, y aunque este en realidad no deseaba hacerlo, su cuerpo parecía moverse solo, siguiendo una gama de sensaciones terriblemente intensas que nublaban su juicio. Lo colocó sobre la placa de granito donde estaban los lavamanos, le abrió las piernas, y lo penetró de una sola vez, de forma brusca y salvaje.
-¡Tanta energía, tanta magia en un cuerpo!-Decía el incubbus en medio del éxtasis-Tenia demasiado tiempo sin devorarme a un brujo, ¡olvidaba lo deliciosos que son!
El incubbus empezó a besar al brujo que estaba completamente indefenso ante él, y de la boca de este, empezó a salir el mismo humo azul que salía de la chica, pero de él salía en abundancia. Con el no tardó pocos minutos como con la chica, Por el contrario, con el brujo tardó un par de horas mientras "se alimentaba"…hasta que el cuerpo sin vida del brujo calló a sus pies. El demonio se vistió de nuevo, y miró sus ojos en el espejo…de gris oscuro, ahora eran de un azul muy brillante. Sonrió, y partió en búsqueda de una nueva víctima…
Capitulo X
Mientras fluye la corriente.
Ya a esas alturas las clases habían terminado, estaban en medio de las vacaciones del colegio, sin embargo, todavía seguían pendientes la misa de graduación y la fiesta de fin de curso. Luego de todo el estrés ocasionado por los trabajos finales, Sebastián dedicaba su tiempo libre a salir con sus amigos, y cuando se ofrecía la oportunidad, pasar tiempo a solas con Benjamín, aprendiendo cada vez más hechizos nuevos, los cuales iba dominando a gran velocidad ya que ahora no tenía la presión del colegio.
Las salidas con sus amistades, en las cuales muchas veces se incluía Benjamín ya que él tenía buen trato con todos los demás del grupo, consistían en salir al cine, ir a patinar, ir a la piscina o a los parques, sin embargo, siempre la pasaban muy bien, y usualmente se solía quedar con Benjamín hasta tarde, cazando uno que otro demonio que se atravesara en el camino. Se habían vuelto un buen equipo, cubriéndose la espalda mutuamente. La magia y los secretos se habían vuelto parte de la vida diaria de Sebastián.
Sin embargo, no todo era tan bonito como se podría creer. De por sí, la magia era un enorme secreto a guardar, sin embargo, era relativamente sencillo, ya que nadie esperaba que un conocido pudiese hacer magia…en realidad, no esperaban que la magia existiera, y punto, por eso no hacían preguntas al respecto. El otro secreto sin embargo, era bastante más duro…
Al principio, al mismo Sebastián no le importó que eso que sentía, lo sentía por Benjamín, otro chico, sin embargo, estaba consciente de que esto no era bien visto por la sociedad, y menos en la sociedad Venezolana. Sin embargo, habían cosas que se iban acumulando, haciendo ese secreto en específico cada vez más pesado para su consciencia. Desde simples comentarios de personas cercanas, hasta las opiniones emitidas en foros públicos condenando la homosexualidad como algo “monstruoso”…Era más de lo que un adolescente, ya de por sí inestable emocionalmente por el simple hecho de tener esa edad, podía cargar.
Cuando estaban en público, Sebas y Ben eran muy discretos con lo que sentían el uno por el otro, de modo que ninguno de sus amigos si quiera sospechaba lo que sucedía entre ellos. Sin embargo, de vez en cuando pasaba cerca del grupo alguno de estos sujetos cuya homosexualidad era extremadamente obvia, y todos los del grupo hacían algún comentario despectivo al respecto, mientras Sebas y Ben forzaban una sonrisa, pero guardaban silencio. Situaciones como estas se repetían muchas veces en los días de Sebastián, y aunque estas las podía manejar con buen nivel de naturalidad, su control de las emociones no impedía que cada comentario fuese como un pequeño aguijón; claramente no hacían esos comentarios en referencia a él, sin embargo, ellos no tenían idea del efecto que tenían sus palabras en su amigo.
El que más vivo estaba en la memoria de Sebastián era el comentario que había hecho su madre al tocar por casualidad el tema…“Preferiría un hijo muerto que gay”…palabras fuertes dichas de una madre inocente de la situación de su propio hijo…palabras que aunque fueron dichas con desdén, e ignorancia de una importante verdad, fueron una estocada directa al alma del adolescente, que al escuchar esto, se vio forzado, como en muchísimas otras ocasiones, a forzar una sonrisa, y seguir la conversación con naturalidad, mientras en su mente solo podía pensar en que la mujer que le dio la vida prefería verlo muerto, que siendo feliz.
Si por sí sola la vida de un adolescente normal es bastante tormentosa en muchos aspectos, sumarle magia al asunto, y una preferencia sexual estigmatizada por la sociedad no hacía las cosas mejor, y luego de aquella dura estocada que había recibido por parte de las palabras de su madre, Sebastián decidió guardar su secreto junto con Benjamín en lo más profundo de su ser. No sabía si los amigos podían ser confiables, ¿Joerla y Glenda? Tal vez sí, ambas habían demostrado en varias oportunidades tenerle un genuino aprecio, pero…¿Carlis? Ella era diferente…con ella había tenido una relación de noviazgo adolescente, y aunque entre él la consideraba su mejor amiga, también estaba seguro de que ella no lo tomaría nada bien, podría incluso llegar a odiarlo, lo cual era un riesgo que no quería correr, ya que al tratarse de chicas, si una te odia, te odian todas…podría perder a sus amigas de una sola vez. Por otro lado, estaban Alejandro y Álvaro… Con Álvaro no había tanto problema, ya que su relación era muy buena, y este parecía admirar en cierto modo a Sebas. Sin embargo, Alejandro era un caso diferente…más que un amigo, este era como el hermano que Sebas nunca tuvo; a él lo conocía desde siempre, de hecho, tanto tiempo que Sebas ni siquiera recordaba cuando o cómo lo conoció. Era una relación especialmente cercana, y por esto, Sebastián sabía bien que Alejandro podía ser bastante terco y de mente algo estrecha en algunas ocasiones… ¿Se arriesgaría a perder a su hermano solo por decirle un secretito? Sebastián decidió que no…
Los amigos de Sebastián notaron un leve cambio en su conducta…Era bastante sutil, pero Carlis, quien era en extremo perceptiva, y Alejandro, quien conocía a Sebas desde toda su vida, al salir con Sebastián, notaron el cambio antes que los demás, y aunque entre ellos no se llevaban para nada bien, quedaron suficientemente extrañados como para comentarlo entre ellos dos…
-Oye ale-Le decía Carlis en voz baja-¿Te diste cuenta verdad? Sebastián está raro…
-Pues si- le respondió él- ya no es tan…no sé, se ha vuelto un poco distante en las conversaciones.
-Tú lo notas, pero no sabes qué es-Dijo ella-en cambio yo sí. Veo tristeza en sus ojos, y a veces, sonríe sin decir nada, lo cual no es nada normal en él…
-Sí...-Dijo Ale mientras pensaba-Si, es eso, se ve más apagado de lo normal, pero, quizás deberías dejarlo tranquilo…
-¿Por qué lo dices?
-¿Te ha comentado algo?
-No…
-A mí tampoco, lo cual significa que si de verdad está “Triste” como dices, entonces es algo que tiene bien guardado, y que no quiere que intervengamos de ninguna manera.
-Sí, pero Ale, recuerda que Sebastián tiene esa costumbre de guardarse todo lo que le pasa, y guardar las cosas de otras personas también… Y de verdad me da algo de pena saber que tiene algo, y ser completamente incapaz de ayudarle en algo como él me ha ayudado a mí…
-Sí, pero recuerda algo: él es un chico. Son cosas que tal vez no entiendas…
Aunque la preocupación de Carlis era genuina, sus intentos de ayudarlo se veían frustrados al intentar hablarle sobre lo que lo estuviese aquejando, ya que Sebastián era un maestro en la evasión de los temas. Por otra parte, Alejandro, quien conocía a Sebastián incluso más que Carlis, decidió no meterse, pues sabía bien que intentar entrar en la mente de su amigo, además de ser casi imposible, lo único que iba a lograr era molestarlo.
Sebastián por su parte estaba concentrado en sus hechizos, intentando no prestar atención a las cosas que pasaban en su vida, pero sin éxito…la verdad era que en ese momento se sentía más solo que nunca en su vida, aun estando rodeado de amigos, se sentía infinitamente vulnerable, escondido tras una frágil máscara de sonrisas. Sebastián no tenía problemas aceptándose a sí mismo, sin embargo, la actitud de la sociedad era lo que le forzaba a no decir nada. Quizás si se supiera sobre sus poderes mágicos, no sería tan estigmatizado como si se supiera sobre su homosexualidad. ¿De verdad era justo que un adolescente pasara por todo eso, solo para mantener la imagen pública? Este pensamiento era lo que movía sus emociones…
Capítulo XI
Oscura Seducción.
Nunca en su vida Sebas se había enamorado, y no planeaba hacerlo de otro chico. Benjamín había aparecido como un huracán en su vida, trayendo magia en más de un sentido de la palabra.
La magia de Benjamín era muy diferente a la de Sebastián. Aunque solía dejar que Sebas se encargara de los demonios para que este agarrara algo de práctica, cada vez que este se veía en alguna situación difícil, Ben extendía su mano y corrientes de aire causaban profundos cortes en los demonios y los alejaban del otro.
Sebastián había aprendido un nuevo hechizo que les ayudaba mucho a movilizarse; si bien aún tenía que subirse a la espalda de Ben para pasar por encima de obstáculos altos, ahora podía moverse bastante rápido por la ciudad gracias a un hechizo que le permitía hacer algo parecido a un movimiento de patinar sobre cualquier superficie poniendo bajo sus zapatos una delgada capa de agua que lo deslizaba sin problemas. Ya para ese momento, Sebas había visto una variedad bastante amplia de demonios; desde los más humanoides, como el diablillo que habían acabado en la primera casería, pasando por monstruos con forma de aves muy extrañas, e incluso algunos que parecían un perro mutante.
Esa noche, Sebas y Ben iban recorriendo la parte alta de la ciudad en medio de la silenciosa noche, hasta que sintieron una presencia que emanaba calor no muy lejos. A medida que se acercaban a la fuente, el calor se hacía más fastidioso, pero soportable, hasta que divisaron la fuente de esta extraña temperatura: Era algo parecido a un enorme león echo completamente de llamas. Tenía el tamaño de una camioneta grande, su piel parecía hecha de oro, pues brillaba como si lo fuese, y la clásica melena de todo león no era de pelo, si no de llamaradas que se abrían encendían furiosas.
-¿Qué bicho es ese?
-Ese es un león de fuego…son fuertes, pero hay que terminarlo, si no, causará problemas…
-¿Qué causa este?
-Esta es una de las especies que causa estragos tanto en los humanos como en la naturaleza; mientras esté por ahí suelto, hará más y más calor en la ciudad, y aunque los humanos no pueden verlo, la presencia de esta cosa vuelve a las personas más agresivas, al punto que pueden desencadenar en desastres sociales de todo tipo..-Benjamín empezó susurrar en voz baja, y una extraña brisa empezó a rodear a la criatura. Prestando atención, Sebas notó que la brisa se veía extraña debido a que no iba hacia el flameante león, si no que provenía de él a mucha velocidad.-Eso le quitará oxígeno para que se apague su fuego, pero solo con esto no lo podré matar, tienes que tirarle algo de agua.
-¡Bien!-Sebas conjuró la escopeta de agua, y cientos de gotas de agua se condensaron en el aire hasta congelarse para salir disparadas todas a la vez contra el león, pero este estaba tan caliente, que antes de si quiera tocarlo, las gotitas se evaporaban constantemente.
-¡Algo más fuerte!-Le gritó Ben
-Ou…-Sebas no sabía que hacer; la escopeta de agua no le había fallado nunca antes. Sacó su grimorio azul, y empezó a hojear rápidamente las páginas, hasta llegar a un hechizo que había estado practicando: la Akuabomba. Con su libro en una mano, y la otra mano apuntando directo a la criatura, Sebastián empezó a leer lo que el libro decía, y mientras pronunciaba extrañas palabra en aquel idioma desconocido para él, volvían a aparecer las gotas en el aire de la escopeta de agua, pero esta vez aparecieron más que nunca antes, y seguían apareciendo más y más; las gotas se juntaron todas en una esfera cristalina que resultó tener el tamaño de una balón de futbol, y que en el momento que Sebs le dio un empujón, esta salió disparada hacia la bestia como si la hubiesen disparado desde un cañón. Al impactar, Sebastían mismo no esperaba ese espectáculo; impactó primero contra el muro de viento que Ben había conjurado para mantener bajo control a la bestia, y al contacto con este, ocurrió una enorme explosión de agua que al entrar en contacto con el muro de aire, se convertía instantáneamente en hielo. Benjamín cambió por un instante la dirección del viento, causando que la criatura quedara bañada por una lluvia de agujas de hielo que eran transportadas por los vientos de huracán de su magia. Las llamas del león se apagaron por un momento, Benjamín tomó impulso, y conjuró una fortísima ráfaga de viento que además de causar cortes en la piel de la bestia, la estrelló contra un muro.
-¡Ahora Sebastián!-le gritó Ben- ¡Termínalo con algo fuerte!
Sebastián recordó el hechizo perfecto para ese momento, pero como no sabía las palabras, empezó a buscar en el libro, y tal cual como había hecho antes, apunto a la bestia mientras q con la otra mano sostenía el grimorio; mientras versaba lo que decía el libro, frente a él aparecía una línea líquida parecida al látigo de agua, pero esta se congeló en una línea recta que se hacía cada vez más grande en un extremo y cambiaba de forma, hasta formar una enorme lanza, con una punta muy elaborada y un diseño muy llamativo. Sebastián dejó de versar, y al cerrar el puño, la lanza salió disparada, atravesando a la bestia como si esta fuera una simple gelatina.
La criatura emitió un último gruñido, y se desvaneció convirtiéndose en humo negro; el trabajo estaba listo. Este había sido un poco más difícil que los demás, pero lo habían logrado sin mayor inconveniente. Los chicos se miraron sonrientes, y se disponían a regresar a sus casas, sin saber que alguien más estaba observando lo que habían hecho; en el techo de una casa cercana, desde las sombras los estaba observando un chico con una chaqueta negra.
De camino a sus casas, podían ir juntos hasta cierto punto, pero como Sebastián no quería que Ben lo acompañara a su casa para que luego se tuviese que devolver a la suya, ya que esto sería hacerlo caminar doble, así que Sebas se detuvo, le dio un beso a Ben, y se despidió.
Sebas no tardó en llegar patinando a su casa, y como no podía saltar los muros como Ben, optó por tener a mano la llave del portón del patio. Abrió con cuidado para no hacer ningún ruido, y como las rejas que iban a dentro de la casa eran extremadamente ruidosas, optó por trepar por una de las ventanas hasta el segundo piso, donde estaba su cuarto, y usar un hechizo de magia simple para abrir la ventana. Una vez dentro, cerró la ventana, se desvistió, se tiró en su cama, y como había usado una gran cantidad de magia en sus hechizos más exigentes (akuabomba y la lanza marina) se quedó dormido rápidamente.
Mientras soñaba, las cosas se tornaban extrañas; en primer lugar, Sebas no era del tipo de personas que solía soñar, y cuando lo hacía, eran simples recuerdos, o en muy raras ocasiones, cosas que se volvían realidad, pero esta vez estaba soñando una escena muy extraña… Miraba a su alrededor, y estaba en una habitación que parecía de algún palacio, la puerta de la habitación se abrió, y entró un muchacho que nunca en su vida había visto antes; tenía la piel muy blanca, el cabello negro y los ojos de un color azul grisáceo. El muchacho se acercó a él sin mediar palabra acariciando su cuello, y antes de saberlo, ya estaban en la cama. Sebastián estaba profundamente confundido por la situación; al principio ni siquiera sabía si era un sueño o no, pero tenía que serlo, lo último que recordaba era haberse tirado en la cama, pero todo se sentía demasiado real. El chico misterioso era bastante bueno en lo que hacía; sabía dónde besar, sabía bien como tocarle, e incluso cuando le mordía suavemente el cuello o los labios, lo hacía de maneras que Sebastián apenas podía contener sus gemidos de placer…estaba completamente a su merced. En su interior, Sebastián solo quería que ese desconocido se quitara de encima, que lo dejara en paz, pero sus manos lo presionaban más hacia él, y aún peor, estaba quitándole la chaqueta negra al muchacho, era como si su cuerpo funcionara en automático, y sin saber en qué momento lo había hecho, el chico había dejado a Sebastián desnudo, boca abajo, y se disponía a hacerlo suyo completamente…Sebastián supo lo que iba a pasar, y era algo que no quería que pasara aún…juntó toda la fuerza que de voluntad que pudo, y logró voltearse, sacándose al desconocido de encima, y en pocos segundos, el sueño se desvaneció y Sebas despertó de golpe. Notó un par de cosas…en primer lugar, la ventana estaba abierta de par en par, y si bien la había abierto al entrar, él sabía que la había cerrado…y lo segundo que notó fue algo un poco más incómodo; estaba completamente empapado en la entrepierna…parecía haber acabado varias veces, intentó ponerse de pié para cambiarse de ropa interior y limpiarse, pero un súbito cansancio le atacó, y se quedó dormido de inmediato, solo que esta vez no tuvo ningún sueño.
Al día siguiente, se despertó bastante tarde (cosa que no había sucedido desde que tenía sus poderes mágicos) y aunque había dormido más de 12 horas, su cuerpo se sentía terriblemente fatigado. Se metió a la ducha, y el contacto con el agua fue terapéutico para él, ya que sentía que esta recargaba su energía con rapidez. Demoró un rato, pero al salir del baño, se sentía renovado por completo, pero extrañado por el hecho de haberse sentido tan mal al despertar. Por medio de la conexión telepática, saludó a Ben y le dijo lo que había sucedido (sin mencionar lo del sueño erótico de la noche anterior), y se quedó aún más extrañado cuando Ben le dijo que nunca había sentido esos síntomas que Sebas estaba describiendo. Siguieron hablando durante un rato más; Ben propuso que tal vez era causado por el estrés causado por tantos cambios repentinos en su vida al mismo tiempo, y una vez se aseguró de que Sebas se estaba sintiendo completamente bien, le invitó a hacer algo muy diferente a una cacería de demonios nocturna: ir de fiesta. Sebastián no era muy fanático del ambiente fiestero, pero, ya que el objetivo era hacer algo diferente, no vio razón por la cual negarse, así que aceptó sin problemas.
Esa noche, Sebastián puso un hechizo en su familia para que durmieran profundamente toda la noche, buscó en su closet una bonita camisa color morado que usaba abierta hasta el pecho, un collar pequeño del que resaltaba el color plateado, un jean negro, y botas oscuras. Salió por la ventana, y se fue patinando hasta la parte alta de la ciudad. Benjamín ya estaba esperando por él, también bastante bien arreglado (sexy), y juntos se fueron a una discoteca en el sótano de un centro comercial. El guardia de la entrada al principio no estaba reacio a dejar entrar al par de quinceañeros, pero Ben hiso un pequeño embrujo, y el gigantesco tipo los dejó pasar sin problemas. Al entrar, Sebastián se sintió anonadado por la escena; las luces, la música, la cantidad de personas…no estaba acostumbrado a este ambiente. Ben le tomó del brazo, y lo llevó hasta la barra.
-¿Te sientes bien?-Preguntó Ben al notar la cara de incomodidad de Sebas.
-Estoy bien, tranquilo, es que es primera vez que estoy en un sitio de estos…
-No te preocupes, todo irá bien-Ben se llevó las manos a los labios, y silbó al barman-Danos algo suave para empezar la noche, ¿si va?
El chico de los tragos sonrió mientras servía el contenido de una coctelera en un par de vasos, les pasó los tragos cristalinos a los muchachos. Sebastián empezó a tomarlo, intentando adivinar los componentes; sabía bastante a limón, pero no podía identificar el licor en el trago, aun así, estaba muy bueno. Desde el lugar donde estaban, apenas se podían ver las caras iluminadas por las tenues luces de la barra, pero la pista se veía completamente distinta; las luces centellantes iluminaban las siluetas de las personas que bailaban con el “bum” de la música. Ben se puso de pié, y empezó a llevar a Sebas a la pista. Sebastián dudó un poco al principio, pero luego de pensarlo, se dejó llevar mientras pensaba “no tengo nada que perder”
En un minuto, Sebas y Ben estaban juntos en la pista, dejándose llevar por el sonido de la música, y moviéndose uno al tiempo del otro. Sebas bailaba con los ojos cerrados, levantando sus brazos mientras el sonido llevaba su cuerpo y sintiendo las manos de Ben presionándolo contra él. Bailaban apretados entre sí, y en cierto momento, Sebas sintió que alguien estaba “apretándose demasiado” atrás de él, pero no podía ser Ben, ya que él estaba adelante. Dejó de bailar y se dio vuelta para despachar a quien estaba tras de él.
-¡hey! ¿Qué te pasa? ¿La pista es grande y te antojas justo de mí?
-¿Qué pasa?-Decía el muchacho-¿no te gusta que te toquen así?
-¡Epa!-Exclamó Ben-él vino con migo, no queremos arroceros por aquí.
-Claro claro, disculpen.
El muchacho se alejó entre la multitud. Derrepente, Sebastián se sintió ligeramente enfermo. Caminó hasta la barra, y Benjamín lo siguió; aún en la oscuridad, iluminado por las tenues luces que adornaban la barra, se notaba que Sebastián había palidecido hasta quedar blanco como papel.
-Sebs, perdona-Se disculpaba Ben- estas cosas suelen pasar en estos lugares, hay muchos tipos perversos…
-No, no es eso Ben-decía Sebastián intentando en vano aparentar normalidad-Es que de repente, no me siento muy bien…
-Tal vez te calló mal el trago…
-No, no es eso…Necesito refrescarme un poco y estaré bien. Voy al baño…
-¿Seguro?
-Sí sí, no te preocupes, tocaré un poco el agua del lavamanos y estaré como nuevo…
Sebastián caminó rápidamente entre la multitud, entró al baño, y lo primero que hiso fue abrir el agua de uno de los lavamanos, meter sus manos en ella y luego pasarlas por su cara; mirarse en el espejo, su semblante había mejorado. Bajó la cabeza un momento para seguir lavando su cara, y se distrajo un momento mientras sentía la energía del agua llenando su cuerpo. Volvió a verse en el espejo, y de nuevo casi se le va el alma por la boca cuando vio al muchacho de la pista de baile parado justo atrás de él.
-Veo que si te gustó mi forma de tocarte en la pista, ¿no?-decía el muchacho- Por eso viniste aquí solito
Mientras hablaba, el físico del muchacho cambió, su cabello se oscureció, e incluso cambió repentinamente el corte de cabello que tenía hecho, pasó de tener una camisa a una chaqueta de cuero negro, y su piel se puso pálida… era el mismo muchacho con quien había soñado la noche anterior; La misma cara, la misma chaqueta negra, la misma piel blanca…y los mismos ojos azul grisáceos.
-No sé quién coño eres, pero a mi tu no me pones una mano encima-Exclamó Sebastián con voz temblorosa.
-Hum, no, ya se, tu viniste aquí por otra cosa…-Se acercó a Sebastián- acaso…¿Quieres repetir lo de anoche?-Estas palabras helaron la piel de Sebastián; ya no era una simple coincidencia, y lo de la noche anterior no había sido un simple sueño. Todo había sido provocado de alguna manera-Hacértelo mientras dormías fue delicioso, es una de las especialidades de mi especie, pero, nada se compara con devorarse a un hechicero como es debido, y escucharlo gritar mientras juego con él. Recuerda mi nombre, Alastor, porque quiero que lo grites bien fuerte cuando esté jugando contigo.
El muchacho se iba a lanzar sobre Sebastián, pero él tenía las manos metidas en el agua del grifo, y usó esta para formar una cadena de agua y darle un latigazo que lo hiso retroceder y lo sacó de equilibrio. Mientras el otro se incorporaba, Sebas abrió los otros 4 lavamanos, y cerró los drenajes para que el agua se acumulara. Metía las manos en el agua, y al sacarlas, le lanzaba latigazos de agua uno tras otro, pero el muchacho ponía una mano en frente, y era como si los latigazos de agua chocaran contra una barrera invisible. Sebas usó toda el agua que salía de los chorros, y se congelaron en cientos de gotas pequeñas que se dispararon todas al mismo tiempo, pero de nuevo, era inútil.
-Eres más fuerte que el último brujo que me comí-Decía Alastor- Menos mal que no los encontré a ti o a tu noviecito primero, porque sin energía, este encuentro hubiera sido muy diferente. Quizás ya me hubieses asesinado.
Sebastián estaba impotente, y en ese momento, tan asustado que no pensaba claramente, tan solo le gritó-¡Aléjate!- y puso un muro de hielo entre ellos. Alastor puso la mano abierta con los dedos juntos como si fuera una espada, y cortó sin problemas el hielo. Sebas recordó la conexión telepática que tenía con Ben, pero el miedo le impedía usarla normalmente, intentó con todas sus fuerzas mandarle una señal de ayuda pero ni él mismo sabía si el mensaje había llegado o no.
-No te asustes tanto, debes estar seguro que al menos no te va a doler tanto-Decía Alastor con una sonrisa tenebrosa en la cara.
En la barra de la disco, Benjamín estaba esperando que Sebastián saliera del baño, sintiéndose un poco culpable por haberlo llevado ahí en primer lugar y repitiendo en su cabeza “quizás debí haberlo llevado a un lugar más tranquilo”…mientras estaba perdido en sus pensamientos, la voz de Sebastián llegó a su cabeza como un flash, solamente diciendo “Ben...” y nada más. Esto no parecía algo normal; Benjamín se alertó, y fue a buscarlo al baño, pero al tocar la perilla, sintió que una energía extraña la estaba trabando: magia negra. Algo malo estaba pasando ahí dentro, Ben estaba en extremo alarmado, pero trataba de disimular sus emociones para no levantar sospechas en el lugar. Empezó a usar un conjuro que pudiese abrir la puerta, pero tenía que lograr superar la fuerza de la magia negra que la estaba trabando.
Del otro lado de la puerta, los lavamanos seguían rebosantes de agua, pero los grifos estaban cerrados. Alastor estaba parado frente a Sebastián, y este intentó defenderse lanzándole un golpe, pero el demonio era mucho más fuerte; aun cuando Sebastián tenía la ayuda de la energía que había tomado del agua y era tenía una fuerza mayor a la de una persona normal gracias a esto, el demonio atrapó su golpe con una sola mano, y sin esfuerzo alguno. Sebas intentó hacer un hechizo con la mano que tenía libre, y clavarle una estaca de hielo, pero antes de terminar de formar el hielo en su mano, el demonio le había tirado contra el vidrio de los lavamanos. Sebastián estaba aturdido por el golpe, el mundo le daba vueltas. El vidrio se había hecho trizas, y de inmediato sintió una pequeña gota caliente en la nuca que le empezó a bajar por el cuello, se tocó el lugar, y al verse la mano, estaba llena de sangre. Antes de poder hacer algo, Alastor estaba encima de él, Sebas lo vio a los ojos, y estos habían pasado de ser azul grisáceo un gris oscuro.
-Contigo me tocó gastar bastante energía-Le decía el demonio-Pero ya es hora de la cena.
Terminando de decir esa última frase, tomó a Sebas por el cuello de la camisa, y de un jalón reventó todos los botones de esta, dejando su pecho descubierto. Empezó a acariciar su piel desnuda, y de inmediato, Sebas empezó a sentir sensaciones muy placenteras en todo su cuerpo…no eran sensaciones normales; eran demasiado intensas como para ser causadas por una simple caricia. Empezó a besar su pecho, y a lamer y mordisquear su cuello mientras le quitaba el jean casi de un solo tirón. Sebastián estaba inmóvil por esas sensaciones tan intensas, no quería q nada de eso pasara, pero no podía ya hacer nada, para defenderse. Mientras el demonio metía su mano bajo su ropa interior, Sebas empezó a emitir gemidos, y fue ahí cuando Alastor se detuvo, lo miró a la cara, y dijo-La cena está servida- Empezó a besarlo en los labios, y cada vez que se separaba de él, de la boca de Sebastián salía una cantidad enorme de un humo de color azul brillante que el demonio se devoraba entero, mientras sus ojos brillaban de forma antinatural como si fueran focos azules. Sebas estaba completamente impotente, sus extremidades no le respondían, como si su cuerpo ya no le perteneciera.
Benjamín hacía todo lo que podía por romper el sello de la puerta, y aunque la magia negra era bastante más intrincada de lo que parecía, estaba por lograr abrirla.
El demonio paró por un momento, y sus ojos dejaron de brillar, pero ahora, de un color gris oscuro, se habían vuelto de color azul. Durante un momento, Sebas logró controlar su cuerpo un poco, y metió los dedos de su mano en el lavamanos más cercano, que estaba rebosando de agua. Necesitaba algo más de energía del agua, ya que se sentía como si hubiese estado lanzando hechizos sin parar por mucho tiempo…
-Wow niño, tu energía es demasiado pura-Dijo Alastor- Tenía Décadas que no probaba una energía tan buena; ni siquiera he terminado de comer, y ya me siento más fuerte de lo que he estado hacía muchísimo tiempo.-le quitó la ropa interior de un solo jalón a Sebas- Ya es hora de acabar con esto.
Los ojos del demonio empezaron a brillar como lámparas otra vez; Se bajó su pantalón dejando al descubierto su miembro erecto. Era inevitable lo que iba a suceder. Sebastián cerró los ojos, y no pudo evitar dejar salir una lágrima q resbaló por su mejilla…Un dolor casi insoportable lo asaltó. Era como si lo estuviesen apuñalando…empezó a gritar por el dolor tan severo que estaba sintiendo.
-¡¡Wo!! ¡Tan apretado! Por eso es que tu energía es tan pura, ¡Eres Virgen!
El dolor se agudizaba cada vez más, e iba más y más profundo dentro de él, hasta que dejó de avanzar y se quedó estático…ya estaba completamente dentro. El demonio volvió a alimentarse del humo que salía de su boca, mientras movía sus caderas embistiendo a Sebas, quien ahora estaba incapacitado hasta para gritar. Su mundo se desvanecía ante sus ojos…se sentía cada vez más fatigado, y todo se veía más y más borroso…solo sentía el inmenso dolor de la penetración, y lo único que le mantenía ligeramente consciente era la entrada de energía que recibía por la mano que había logrado meter en el agua, pero esto no era suficiente…¿era este acaso su final?...
Benjamín logró abrir la puerta, rompiendo el complicado sello mágico que la mantenía cerrada, entró de golpe, y encontró la escena ante sus ojos…El lugar estaba hecho un desastre, había agua y trozos de hielo regados por el piso, el espejo de encima de los lavamanos estaba astillado y salpicado de sangre, y Sebastián casi completamente inconsciente siendo embestido fuertemente por el tipo que había estado acosándolo antes en la pista de baile.
Fue como si el mundo empezara a ir en cámara lenta por un momento. El demonio volteo, y Benjamín lo miró directo a sus brillantes ojos de color azul cristalino. Se separó de Sebastián, se subió el pantalón, y sonrió mirando a Benjamín.
-Ah, al fin llegaste-Dijo abotonándose el pantalón-Ya no me queda espacio para ti; tu novio me dejó lleno.
Sebastián se desplomó sobre el mármol de los lavamanos. Lo único que tenía puesto era su camisa morada sin abotonar, y a lo largo de su cuerpo se podían ver numerosos rasguños, cortes, y un hilo de sangre que bajaba de su cabeza. Las lágrimas inundaron los ojos de Ben, la ira nublaba su mente; ¡El demonio debía morir!
Vientos turbulentos se arremolinaban alrededor de los puños de Benjamín, se lanzó sobre el demonio, y chocó contra una barrera invisible, pero los vientos del golpe alcanzaron al demonio, lanzándolo con tanta fuerza contra una ventana, que rompió los barrotes que la cubrían. Benjamín corrió a donde estaba Sebastián, lo tomó en sus brazos. Su respiración era demasiado suave, casi imperceptible. Abrió los grifos de agua, y acomodó a Sebastián de forma que el agua bañara su cuerpo. Se puso de pié, y se lanzó por la ventana.
El demonio estaba fuera, sacándose una barra de metal de la pierna. A Benjamín se le revolvió el estómago al ver cómo al sacarse la vara metálica de una pierna, quedaba un hueco sanguinolento que se cerró en pocos segundos.
-Te vas a morir maldito…-decía Benjamín entre dientes-¡Lo que le hiciste a Sebastián no tiene perdón!
-¿A que no sabías que tu noviecito era virgen verdad? Su energía fue demasiado buena para mí-Se quitó la chaqueta dejando su torso desnudo-Por primera vez hace décadas me siento completo…-De la espalda del demonio brotaron alas negras como de murciélago, en su piel blanca aparecieron marcas que parecían tatuadas, y sus uñas crecieron en punta tomando una coloración negra.
El aire alrededor de Benjamín había cambiado; la turbulencia se acumulaba a su alrededor. Un remolino apareció alrededor del demonio, y casi de inmediato, lo que parecía un filo blanco pasó volando, dejando un corte profundo en el demonio, pero este se cerró en poco tiempo. El demonio batió las alas, y empezó a volar. Desde lo alto, le tiró a Ben lo que parecía una bola de humo condensado. Benjamín brincó a la pared de un edificio cercano, y de esta, rápidamente se impulsó para llegar hasta donde el demonio estaba volando; dio varias vueltas en el aire, formando un pequeño tornado que parecía darle impulso, y de nuevo impactó con la barrera invisible que rodeaba al monstruo, pero el tornado si podía pasar por la barrera, haciendo que el otro diera vueltas sin control en el aire. Benjamín iba cayendo desde gran altura, dando vueltas en el aire que hacían aparecer veloces filos blancos que cortaban al demonio que estaba en el aire dando vueltas por el tornado. Justo antes de impactar, Ben hiso aparecer un colchón de aire, y calló suavemente y de pié en el suelo. No tuvo tiempo de pensar mucho, pues el demonio se había abalanzado sobre él, y como apenas logró esquivarlo a tiempo, este le causó una herida en la pierna. La sangre empezó a brotar del corte, que al parecer era más profundo de lo que parecía. Sin reparar mucho en la sangre que corría por su pierna, Ben hiso un hechizo diferente a los anteriores; decenas de filos blancos aparecían de todas direcciones. El demonio esquivaba uno tras otro, y aunque era alcanzado por varios, de todas maneras las heridas se cerraban casi de inmediato. Benjamín se sentía frustrado; no sabía cómo acabar con aquel monstruo, y todos sus hechizos parecían ser inútiles.
Mientras tanto, en el destrozado baño, Sebastián yacía apenas consciente sobre un pozo de agua y sangre. Como si fuera un eco, del agua salió una voz que le resultaba familiar, la de Ondina, diciéndole que todavía no era su tiempo. El agua empezó a moverse por sí sola, envolviendo con una capa delgada toda su piel. Si bien las heridas no sanaron por completo, al menos estaba ya consciente, y era capaz de ponerse de pié. Buscó su pantalón en el desastre, pero este estaba hecho trizas, así que simplemente se puso su ropa interior, y se asomó por la ventana. Benjamín estaba luchando contra el Incubbus, pero el demonio se veía diferente de antes; tenía alas, garras, y marcas tatuadas por todo el cuerpo. No parecía que Ben le estuviese haciendo ningún daño, ya que el demonio o escapaba de todo lo que le tiraba, o se recuperaba y quedaba como si no le hubiese pasado nada. Una gota de agua fresca calló en la cara de Sebastián. Miró al cielo, y vio que estaba empezando a llover… ¿Acaso era esto un favor de Ondina? No era seguro, pero vino justo cuando se necesitaba. Cada gota que caía era como un alivio para Sebastián. Sin embargo, seguía mareado ya no por la falta de energía, si no por las heridas en su cabeza y en sus partes…la pérdida de sangre le estaba pasando factura. Salió por la ventana, y espero un momento, mirando fijo al cielo, mientras la lluvia se convertía en tormenta.
Benjamín seguía absorto en su pelea, pero la intensa lluvia había vuelto el piso algo resbaloso, haciéndole más difícil moverse a la velocidad que su magia de viento le permitía. El demonio intentaba dar zarpazos, o utilizar magia negra, pero Ben lograba evadirlos. Intentó responderle con uno de sus hechizos de viento, pero mientras decía las palabras que lo hicieran funcionar, el demonio casi lo alcanzó con sus garras. El demonio se disponía a atacar nuevamente desde el aire; Benjamín estaba herido de una pierna, y el monstruo le tiraba hechizos de magia negra para que él no pudiese reunir tiempo para usar su magia de viento más fuerte. El demonio se lanzó a por Benjamín, y este pensó que era el final de la pelea, no se iba a poder defender del ataque.
Las alas del monstruo se congelaron completamente, con una gruesa capa de hielo. El demonio calló al suelo, azotando fuertemente. Benjamín buscó alrededor, y no muy lejos, con su camisa morada y en ropa interior, con el cuerpo lleno de heridas, estaba Sebastián.
-¿ah?-Se extrañó el demonio- ¡Deberías estar muerto!
El cuerpo del demonio se seguía llenando de capas de hielo. Este no se podía defender, puesto que ya se había dejado empapar por la lluvia, y gracias a esta misma, el agua estaba en todas partes concentrada en grandes cantidades; la lluvia era una ventaja absoluta para Sebastián. Benjamín empezó a hacer soplar un viento muy rápido hacia el demonio, convirtiendo la lluvia cercana en nieve que se le amontonaba encima. Sebastián concentraba todo el frío que podía en ese lugar, hasta que el demonio quedó completamente atrapado en un bloque de hielo, luego Benjamín tuvo al fin tiempo de murmurar palabras que estaba buscando, mientras Sebastián hacía lo mismo. Un torbellino empezó a resquebrajar el hielo, mientras el agua de la lluvia y la que estaba acumulada en el suelo empezaban a subir con el torbellino. El hielo se quebró, el demonio intentó escapar, pero Sebastián y Benjamín lo estaban esperando con un hechizo que habían preparado juntos; quedó atrapado en un torbellino violento de agua y viento. Benjamín se encargó de mantener el vórtice girando, mientras Sebastián se concentraba en aparecer la lanza marina. Cuando al fín la tuvo en mano, Benjamín soltó el vórtice, el demonio yacía desorientado en el suelo, y apenas se intentó poner en pié, fue atravesado por la lanza de Sebas, la cual le dejó un hueco del tamaño de una pelota de beisbol en el estómago.
El demonio calló de rodillas, esta vez, la herida no se cerraba. Sus alas se desvanecieron, las marcas de su cuerpo se borraron por completo y sus ojos eran completamente negros. Benjamín hiso entonces un hechizo que de un solo tajo le cortó el cuello, y su cabeza rodó varios metros lejos de su cuerpo. Tanto la cabeza como el cuerpo estallaron en una humareda negra; el Incubbus había muerto.
Benjamín corrió a donde estaba Sebastián, apretándolo fuerte entre sus brazos, y besando sus labios. Sebastián lo abrazó a él, y a pesar de lo que le había hecho el demonio, pudo esbozar una sonrisa
-Ya se acabó…-Dijo Sebastián con voz apagada.
Benjamín notó que por la pierna de Sebastián bajaba un hilo rojo, y mientras la expresión y la consciencia de Sebas se desvanecían, Ben lo atrapó en sus brazos, horrorizándose al ver que la parte de atrás de su ropa interior gris estaba manchada completamente de rojo...Sebastián se estaba desangrado por dentro.
Hiso lo posible por tomarlo en brazos, y llevarlo rápidamente hasta su casa, que era más cercana que la de Sebastián. Entró sin mucho cuidado, ya que como de costumbre, su abuela no estaba, y rápidamente puso a llenar la bañera, desnudó a Sebastián y lo metió entero en ella. El agua no tardó en cubrirlo, pero tuvo que drenarla puesto que la sangre se dispersó mucho en ella. A la segunda llenada, el agua se mantuvo más limpia. Sebastián abría los ojos un poco de vez en cuando, pero volvía a caer segundos después. Benjamín no sabía qué hacer.
Benjamín sabía que para un hechicero del agua, estar en agua fresca era la medicina más efectiva de todas, sin embargo, Sebastián llevaba horas completamente metido en el agua, y no se movía mucho. Al menos, el sangrado había desaparecido, y examinando su cuerpo, vio los rasguños y la herida en su cabeza habían sanado completamente y no quedaba rastros de ellos. Decidió sacarlo del agua, lo secó y lo puso sobre su cama cubriéndolo con una cobija. Su respiración era más normal ahora, y Benjamín se tranquilizó al ver que Sebastián dormía plácido.
Al día siguiente, Sebastián abrió los ojos, sintiéndose completamente extrañado; estaba desnudo, en una cama que no era la suya, y por lo desorientado que estaba, no reconocía que esta era la cama de Benjamín. Miró a su alrededor, y vio que Benjamín se había quedado dormido sentado al lado de la cama. Sin quitarse la cobija, se acercó a él, y lo movió un poco para despertarlo. Benjamín se despertó casi de inmediato. Al ver a Sebastián despierto, una sensación de alivio fue lo que le inundó. Saltó encima de él y lo abrazó fuerte.
-Buenos días…-Le dijo Sebastián con voz suave a Benjamín.
Final de tomo I
Buenos días, Sebastián.
Benjamín le explicó a Sebastián lo que pasó luego de la muerte del Incubbus. Se sorprendió al ver que Sebastián no recordaba nada después de haber tirado la lanza del Mar.
Ben le dio a Sebastián algo de su propia ropa, y bajó a preparar algo de comer. Sebastián se quedó en la habitación, y al ponerse la ropa de Ben (la cual le quedaba algo grande) abrió una ventana, y dejó que el sol lo bañara con su luz. Miraba el cielo con una mirada perdida; a las nubes que pasaban, a los pájaros volar, y al azul infinito que se perdía en el horizonte. Físicamente estaba bien, no tenía ningún dolor, ni estaba sangrando, pero mentalmente era diferente…lo que el demonio le había hecho no era algo simple de pasar. Había usado su cuerpo. Había sentido sus entrañas siendo desgarradas por un extraño. Tan solo pensar en ello, lo hacía sentirse mal consigo mismo…se sentía mal por haber sido débil en ese momento y no haberse podido defender; se sentía sucio por haber sido usado por un demonio; y por sobre todo, se sentía culpable, por no haberse podido guardar para alguien que de verdad lo quisiera.
Benjamín fue a la habitación con una bandeja donde habían un par de arepas, y dos vasos de jugo. Al entrar, lo primero que vio fue a Sebastián mirando al cielo por la ventana, pero le llamó poderosamente la atención la expresión perdida de Sebastián. Llamó su atención golpeando un poco la bandeja cuando la puso sobre un escritorio que había en el cuarto. Sebastián volteo, y al ver lo que Benjamín traía en sus manos, dejó escapar una sonrisa.
Los chicos se sentaron en una alfombra a comer. Sebastián le dio un mordisco a la arepa, y luego de masticarla un rato, un sorbo al jugo. Levantó la mirada para ver a los ojos de Ben, y de repente dijo-Gracias…Está bueno-y siguió comiendo en silencio. Antes de terminar de comer, Sebastián puso su comida en el plato, y volvió a tener la mirada perdida.
-¿pasa algo?-Preguntó Ben extrañado-¿Se me pasó de sal o algo?
-Ben…¿No te importa lo de anoche?
-¿A qué te refieres?
-El Incubbus… yo ya te había rechazado antes, sin embargo, no pude rechazarlo a él…
-No fue tu culpa-Lo tranquilizó Ben-esa especie de demonios se alimentan de la energía sexual de sus víctimas. Sus poderes son para hacer que la gente tenga sexo con ellos.
-Aún así…-Sebastián bajó la mirada-De verdad, lo siento.
Benjamín dejó de comer, puso sus manos sobre los hombros de Sebas y lo miró directo a los ojos
-No, yo soy el que se tiene que disculpar con tigo.
-¿ah?
-Antes de conocerme, tu vida era normal, no tenías problemas de ningún tipo. Fui yo quien te metió en este lío de la cacería de demonios, fui yo quien te llevó a ese lugar anoche, y si no fuera por mí, no hubieses estado a punto de morir, ni hubieses tenido tu primera vez de esa manera.
-No digas eso…Recuerda que fui yo quien quiso aprender sobre magia, y por mi propia voluntad acepté hacer el pacto con Ondina, aun cuando me habías hablado sobre la cacería de demonios. Tu trajiste la magia a mi vida…en más de un sentido.
-¿A qué te refieres?
-Ben…es la primera vez en mi vida que siento algo por alguien…No esperaba sentirlo pronto, ni mucho menos por un chico, pero el hecho es que los sentimientos están ahí. . .no te debes disculpar por eso.
Los ojos de Benjamín se aguaron al momento. Se sentó en la cama y Sebastián lo siguió. Hubo un silencio, hasta que por fin Benjamín miró a Sebastián y empezó a hablar.
-Anoche sentí cosas que tampoco había sentido nunca en mi vida-Empezó a decir Ben-Lo primero, fue cuando logré entrar a ese baño, y vi al Incubbus teniendo sexo contigo, mientras estabas en ese estado tan deplorable, todo herido y ensangrentado; nunca había sentido tanta ira. Luego cuando te vi aparecer bajo la lluvia, congelando al demonio, fue un alivio increíble, y al terminarlo, que pude tenerte ante mí el alivio se convirtió en horror cuando me percaté del estado en el que estabas. Por eso no has de recordarlo, pero el demonio te hirió tanto que te estabas desangrando. Hacía tiempo que no sentía tanto miedo. No soportaba la idea de perderte…¿Entiendes eso Sebastián? La idea de que murieras me puso mal. Desde la muerte de mi papá, mi vida había sido solitaria y vacía, sin nadie que me quisiera por quien soy, que me conociera por completo, hasta que llegaste tú…Lo creas o no, me diste una nueva razón para vivir bien, para ser mejor. Y cada día que te conocía más, más me enamoraba de ti. Ya no puedo negarlo más. Sebastián…-Tragó en seco e hiso una pausa para tomar valor- Te amo.
Estas dos palabras entraron con especial fuerza en los oídos de Sebastián. “Te Amo”. Dos palabras que implican mucho. Más profundas y significativas que un “me gustas” y mucho más potentes que un “te quiero”.
-Con estas cosas no se juega Benjamín-Dijo Sebas en tono nervioso.
-¡No estoy jugando Sebastián!-Exclamó Benjamín- Te amo, y lo digo en serio. Eres la razón por la que quiero vivir y ser mejor persona. Quiero hacerte feliz. Eres dueño de mi alma…te amo, y no me importa si simplemente me quieres, o si solo estás con migo porque te gusto y ya, o si solo es por el interés en la magia, no lo sé, ni me importa. Lo que me importa es lo que siento por ti, y que quiero que estés conmigo…
Sebas se quedó inmóvil ante esta declaración. Su corazón palpitaba tan fuerte que no podía ni siquiera escuchar sus pensamientos. Benjamín se sentía incómodo por el silencio, así que se puso en pie, y se disponía a llevar la bandeja de comida fuera del cuarto, pero antes de que si quiera se alejara dos pasos de la cama, Sebastián sujetó su mano, y lo jaló hacia él.
Estaban de pié, besando sus labios. Ben tumbó a Sebastián sobre la cama, y se dejó caer sobre él. Sebastián acariciaba su cabello y espalda mientras Ben fue directo más abajo, y puso su mano en la entrepierna de Sebastián, se colocó encima de este, le quitó la camiseta, y empezó a besar su cuello y su pecho. Sebastián dio una vuelta, quedaron ambos acostados en la cama de frente al otro, y empezó a acariciar la entrepierna de Benjamín, como él lo estaba haciendo antes con la suya, le quitó la camiseta, y jaló su short, dejando su miembro erecto al descubierto. Sebas dejó de besar los labios de Ben, y bajó besando su cuello, su pecho, su abdomen, hasta llegar a su miembro; empezó a pasar su lengua por el tronco de este, y Benjamín empezó a emitir gemidos, que se volvían más intensos cuando pasaba su lengua por la cabeza de este, lo cual también causaba que el cuerpo de Ben empezara a temblar con cada respiro.
Mientras le daba oral a Benjamín, Sebastián también usaba sus brazos para acariciar suavemente el cuerpo de este. En cierto momento, Ben le tomó de los brazos de cierta manera que le indicaba que subiera de nuevo hasta su boca. Ben empezó a besarlo, y mientras lo sujetaba, fue él quien dio la vuelta, dejando a Sebastián tendido boca arriba en la cama. Le arrancó el short y la ropa interior de una sola vez, y empezó a hacerle a Sebastián lo mismo que este le estaba haciendo. Se encontró con la sorpresa de que Sebastián era extrañamente sensible; no solo gemía, si no que emitía pequeños gritos a volumen bajo, y por alguna razón, cada gritillo que emitía Sebs lo excitaba cada vez más.
Ben le dio la vuelta a Sebastián, poniéndolo boca abajo. Sebastián sabía lo que iba a pasar, pero esta vez no le molestó; esta vez quería que ocurriera. Ben levantó las caderas de Sebas, de forma que este quedó apoyado en sus rodillas y sus brazos, con la espalda ligeramente arqueada. Se colocó encima de él, besando y mordisqueando su cuello por la parte de atrás, e introduciendo su miembro poco a poco. Sebastián sentía la el miembro de Ben abriéndose paso dentro de él, presionando las paredes de sus entrañas, pero a diferencia de la noche anterior con el Incubbus, esta vez no había dolor alguno, solo una extraña presión, y en poco tiempo, ya estaba todo dentro. Benjamín sentía como si se fuera a derretir dentro de Sebas; era una sensación de algo suave y caliente apretando y acariciando su miembro en toda su extensión. Empezó a mover sus caderas lentamente. Sebastián empezó a sentir con el vaivén una sensación muy placentera que parecía electricidad o aluna corriente en todo su cuerpo, y mientras Ben subía la velocidad, la sensación se hacía más intensa. Benjamín sentía en su miembro cada espasmo que había en el cuerpo de Sebastián; cada vez que había uno, se apretaba por dentro y se sentía más placentero para él. Buscó con su mano el miembro de Sebastián, y empezó a masturbarle con rapidez, causando que los espasmos se multiplicaran y que Sebas empezara a gritar más fuerte por el placer que estaba sintiendo.
Estaba viendo estrellas en ese momento. Sebastián estaba disfrutando el momento, y cada una de las sensaciones, pero estas se volvían más intensas de lo que podía aguantar; había llegado a su clímax. Emitió un sonido más fuerte, y de su miembro empezó a salir disparado el semen que calló todo en la cama, y al recorrer el orgasmo todo su cuerpo, Benjamín sintió como los músculos se contraían con fuerza, apretando su miembro y haciendo que él también llegara de una sola vez al orgasmo estando dentro de Sebastian.
Ambos chicos cayeron rendidos uno al lado del otro. Sebastián acarició la cara de Benjamín, y con voz jadeante le dijo cuatro palabras…
-Yo también te amo.
Y se quedaron ahí, abrazados uno al otro. Dos magos unidos por la magia. Dos chicos que compartían un mismo corazón. Dos almas unidas por amor.
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