Su realidad se desdibuja y sus pasos tambalean, pero no dejan de darlos. Su mirada se pierde en el espacio y quizás en el tiempo, mientras lanzan sonrisas y vitores, veces alaridos penosos o tan solo el vacío de su silencio a un público expectante que solo sus ojos logran ver claramente...o simplemente sueñan despiertos, absortos en la tarea de arreglar la sala de una casa de estructura compuesta de espejismos, poniendo cada cosa en su lugar dentro del hogar que sueñan tener...o que quizás alguna vez tuvieron.
Plantado por el comienzo de mis vacaciones me dedico a mi actividad favorita: observar la noche. Cubierto del frío con mi gruesa chaqueta y cálida bufanda aún puedo sentir el beso helado de la noche nublada en los escasos lugares en los que mi carne queda expuesta, helando el recorrido desde mi carne hasta los huesos...No puedo evitar preguntarme cómo será la sensación del mismo beso espectral que siento sobre mi piel sobre la de los errantes nocturnos, cuyos destrozados arapos apenas alcanzan a cubrir lo que el la sociedad define tu "sexo". ¿Sentirán esta misma presencia helada? ¿O será la penumbra su abrigo?
No...No usan, ni necesitan el abrigo pues la vida les ha endurecido la piel, dejándola por siempre insensible ante los elementos inclementes. No es posible en ninguna medida comparar las sensaciones de mi piel inocente con la de una maltratada por el tiempo mismo, pues el tiempo es cruel...no solo les quitó sensibilidad del exterior, si no que poco a poco y pedazo a pedazo, se encargó de arrancar partes de sus almas.
Pieles duras que arrastran pedazos de su alma vagan por las calles, esperando un guiño de la vida o la sombra de su muerte, siempre al abrigo del único hogar que ahora les queda....
El frío de la noche.