Quizás
acercarte a mí te dé pánico, encienda las luces rojas en tu mente y te ponga en
alerta total…y eso está bien; soy uno de los muchos villanos que por ahí están,
pero ¿sabes algo? También tengo un corazón.
Mi
corazón no es como el tuyo, puesto que en mi historia por distintas razones me he
visto forzado a endurecerlo. He destruido quizás docenas de otros ingenuos
corazones que cayeron en mi juego, pero créeme que a pesar de lo que dicen de mí,
no fue a propósito, pero tampoco mentiré diciendo que me arrepiento o que
pediría disculpas… (Y tampoco diré que estás completamente a salvo…). No te
culpo temer, y hasta te felicito por ello puesto que la cautela nunca está
demás. Pero aprovecho estas letras para aclararte algo simple: no soy buen
actor. Esas sonrisas esquivas que tímidamente se muestran en mis labios son
reales. Y la forma en la que aparto la mirada de ti no es para restarte importancia,
si no para mantener a raya los pensamientos (no inocentes) que me asaltan si te
miro fijamente.
Sin
embargo, estoy por admitir algo que a todos los de este lado nos da algo de
miedo reconocer: todo es una pantalla. He de otorgarte algo de mérito por
lograr sacarme esta confesión, pues francamente me cuesta mantener mi estatus
cuando estás cerca, sin embargo, también estoy al tanto de las dudas que te
invaden al intentar entrar en el palacio que tan celosamente he resguardado: mi
alma. No te aseguro que puedas entrar y tampoco es tan simple como abrirte la
puerta, pues en algún punto de tanto cuidarla se me perdió la llave.
Dentro
ay un lugar lleno de finos cristales de distintas tonalidades, todos
tan delicados que podrían volverse polvo al más mínimo roce…cada uno representando una parte de mi ser. Y por esto es que los villanos somos tan celosos con este lugar;
así como otros temen acercarse a esta bóveda de cristal, nosotros tememos que
alguien más entre…Por el momento disfrutaré el sentirme especial mientras te veo jugar en el jardín justo frente a las puertas.